viernes, 1 de junio de 2007

El secreto de Baralt y de Franco






¿Hará acaso falta que hable de Baralt? Sí, sí hace falta. Recordad que nadie es mofeta en su tierra y Fucho pasó poco tiempo de su vida en Maracaibo. Era lo que solían llamar un Bardo. Es nuestra city ese es un oficio que ya no se usa, imagínense que alguien le diga bardo a Blas Perozo o barda a Maribel Prieto. Verguero seguro. Bardo hubo aquí que jode, Yépez, Pérez, Hernández (los apellidos son más bien adocenados, pero sus nombres, ¡ah, sus nombres! descontando a José Ramón, cuyo apellido no es tan común, nos quedan Udón y Marcial. No conozco a nadie que se llame Udón… ¡bah, bardos!) pero desde que murió Hesnor, mártir que soportó a la pícnica y fea Marta Colomina en su lecho conyugal, no quedan ni pa remedio. Cuando muera Julito Jiménez (si es que muere algún día el malayo) no faltará el coño e madre que diga que era un bardo.
Vuelvo con Baralt, antes de que empiece a hablar de Nicanor Cifuentes Gómez. Resulta que a Baralt le erigieron una estatua en medio de la plaza Baralt, ¿casualidad o tráfico de influencias? Otro enigma histórico de Maracaibo. La estatua es pedestre. ¿por qué carajo no le erigieron una ecuestre? El bardo también fue militar. En eso las mujeres están más jodidas desde el punto de vista histórico, la única mujer que he visto en estatua ecuestre es a Ana María Campos, sobre un burro y llevando verga (esto es literal) de un fornido negro, pero de eso hablaré en otra ocasión. La estatua de Baralt mira hacia el lago, dándole maleducadamente la espalda al cristo que cuelga en El Convento. Es de espaldas como empieza la inspección de la obra.
Hago un salto mortal con doble tirabuzón en la historia y hablaré del escultor que realizó la estatua. No voy a decir su nombre para no someterlo al escarnio histórico, pero el que quiera lo puede averiguar con Luis Guillermo Hernández. El escultor empezó analizando al personaje, preguntando a los que (y a las) que lo conocieron. Todos coincidieron en que era un Don Juan (hoy diríamos que fue un culión in sensu strictus) y todas en que tenía tal machete de dimensiones cuales que no debió entrar a La Academia de la Lengua sino a La del Güevo y como miembro de número, pero de cuatro cifras. El escultor no obvió ni escatimó esta información…
Vista de espaldas la estatua representa a un hombre con las manos en el bajo vientre, como si estuviera orinando, como si tuviera las manos en el pene o el pene en las manos. Si uno se acerca por el lado izquierdo se va dando cuenta de que sí, en efecto tiene algo que asemeja un machete de dimensiones apabulladoras. Empieza como a asomarse un glande bien grande.
Franco una vez me contó entre palos, debo añadir que estaba trihecho verga, que él, ahí donde uno lo veía, hecho verga (tanto él como el que lo veía, lo aclaro) y sentao en el suelo era descendiente del mismísimo Baralt. Pelé mis beodos ojos, enrojecidos ya por el poquito de sangre que me circulaba por el torrente alcohólico y agregó: lo que pasa es que él tuvo un hijo que no reconoció y cuya madre era de apellido Franco… no diré si le creí o no, pero si no es verdad es tan arrecho que merece serlo. Pero aún así no lo creo, a verga lo dije, no me creo ese mojón. La verdad es que Franco es descendiente del escultor.

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