lunes, 26 de abril de 2010

Sabino, tai jodío. El Mar(d)ic(t)o Llibertario en tu contra y a favor de los pollos


No vamos a negar que durante este gobierno muchos de los excluidos hemos abierto puertas y llegado a sitios que si no es por Chávez, cuándo. Barrio Adentro, misiones educativas, universidades, radios y televisoras comunitarias, Mercal. La lista es larga y se conoce. Hay sin embargo un grupo de excluidos que son más excluidos que el resto porque no les llegan sino migajas a veces: silenciosos, pacientes, tercos; como si desde hace poco más de medio milenio hubieran estado esperando por este momento reivindicatorio. Ahí están, sobreviven a intentos intensos y continuos de genocidio desde que llegaron los watía. A veces me parece que, a pesar de lo que dice Chávez, hay un grupo de funcionarios del Estado que quieren hacer esperar a los hermanos indígenas la otra mitad del milenio con la secreta esperanza de que por fin los exterminen.


Chávez se pone de parte del jurídicamente débil, del oprimido. De parte de quién se puso cuando Alan García masacró indígenas en la selva amazónica; y cuando lo de Pando, de parte de quién estuvo. Entre los zapatistas y mapuches uno de los muchos puntos de encuentro debería ser, precisamente Chávez (digo “debería ser” porque sospecho que Sabino ya es un punto de encuentro para más gente, que el cercado y desinformado Chávez con la crisis de los yukpas). No encuentro otra explicación para este silencio presidencial tan incómodo para mí: los ganaderos watías han logrado que a Chávez no le llegue ni un papel, ni una palabra sobre los yukpas, sobre unos presos que se hacen cada día más peligrosos, sobre el cacique Sabino Romero despojado de todos sus derechos en un fuerte militar llamado Macoa, sobre Alexánder Fernández Fernández, miembro del pueblo Wayúu, en fin, sobre Olegario Romero, cacique de la comunidad de Guamo Pamocha.


Ser cacique debe ser de más categoría entre los chavistas que ser diputado o ministro. Sabino y Olegario lo son y los han tratado peor que a un preso común por delitos montruosos. Los funcionarios racistas que lo acusan van más allá y ya los tienen condenados en una versión muy vernácula de Guantánamo: no los dejan recibir visitas, los torturan psicológicamente con técnicas que rechazaría el ejército israelí por inhumanas, les dan agua sucia, no los dejan cambiarse de ropa (o sea, se la pueden quitar y volver a poner, parece que en fuerte Macoa eso es suficiente porque, quién los manda a no ir en guayuco), están a merced de los zancudos patas blancas (el dengue puede ser utilizado como guerra bacteriológica a la usanza gringa contra Cuba; los marditos de fuerte Macoa como que se hicieron su cursito en la Escuela de las Américas hechos los güilis). Sabino fue el primero que llegó al fuerte y sabe cómo es eso de la alianza pueblo-ejército: venía del hospital y antes de que llegara Nicanor Cifuentes Gómez (no su hijo epónimo) estuvo vestido con la batica que le dieron en el hospital, a lo que el Nica lo vio así, se quitó sus pantalones y se los dio a Sabino, mi maestro de teatro se devolvió en interiores,¡gran verga pa un actor!


Mención aparte merece el menú que reciben los indiciados (indiociados les deberían decir) porque está preparado pa torturarlos ¿grastronómicamente? lo que demuestra que la creatividad de nuestro ejército forjador de libertades no tiene parangón: la dieta (rancho lo llaman, y con toda la razón en este caso, los milicos) está compuesta principalmente por pollo. Hace poco a Evo le criticaron que hubiera dicho que el comer pollo transgénico provoca “desviaciones en los hombres”, y bueno, ésa es una creencia que tienen los hermanos indígenas, un conocimiento que forma parte de su cultura, un mito, una güevonada... lo que ustedes quieran, pero lo importante es que los huéspedes de fuerte Macoa sospechan que los quieren mariquear. Pobres indios: unos les damos apoyo, otros les dan pollo e históricamente les han dado bollo.


Chávez y Sabino luchan, en distinta escala y contra distintos invasores por la soberanía y la autodeterminación de sus pueblos, por el bien común de su gente, y no me van a negar que Sabino es una suerte de Chávez entre los suyos. Una vez durante un procedimiento en tierras de los yukpas, ocurrió el siguiente diálogo entre yukpas y watías. “Mi mayor aquí presente, pregunta por un representante (enseguida me acordé de las sociedades de padres y representantes) o un cacique que los represente”, una de las mujeres ahí presentes le contestó que aquí todos somos caciques. Exactamente lo que dice uno muy civilizadamente en las ciudades, Chávez somos todos. Sabino somos todos, deberíamos decir, pero la cruel y despiadada realidad es que Sabino somos algunos. Cada vez más, pero algunos.


Cada uno en su tarima es antiimperialista radical. Recuerdo con alegría la vez que Chávez declaró “Vayanse pal carajo, gringos de mierda” y acto seguido mandó a botar al embajador de mierda. Yo, ese día, me iba a morir de la risa y estuve feliz como una semana y cada vez que me acuerdo del episodio me río hasta las lágrimas. Sabino, en su territorio y tarima dijo una vaina que no sólo me dio risa y me tiene feliz todavía (lo oí hace rato, no se crean) “yo llegué a Guasare, yo vi Guasare, no estoy de acuerdo con la explotación del carbón, los gringos quieren explotar el carbón de nuestro territorio. Los gringos que se vayan, si los gringos vienen aquí, les vamos a quemar los carros, les vamos a quemar las maquinarias ¿por qué? Porque los gringos solamente están interesados en nuestro carbón, nuestros fosfatos y nuestras minas calizas. Yo no estoy de acuerdo”. ¿Cómo se dirá gringos de la mierda en yukpa?


Para sus adversarios Chávez es el ser más incómodo en los medios que se puedan imaginar. Eso sí, todo el escualidaje medio intelectualoso o profesional ve Aló Presidente. El hombre tira líneas, a veces regaña a alguien y hace anuncios sorpresa. Por la tele Chávez dijo (Sabino siempre tiene a mano una copia del video) que los ganaderos arriaran su ganado y le dejaran su tierra a los yukpas. También dijo que puesto a escoger entre ganaderos y yukpas, él se ponía de parte de los yukpas. Sabino no entiende por qué razón Chávez, cacique soberano en su tierra, diga eso y sus funcionarios hagan exactamente lo contrario. Qué cacique es ése que permite que sus emisarios pongan en duda su palabra. Sabino cada vez que se reúne con la gente del gobierno les muestra el video, pero en la comisión presidencial de demarcación de territorios indígenas está colado hasta el secretario regional de Bandera Roja y esa gente cuando ve a Chávez, así sea en la tele, se pone escualidísima. Cuando lo ven en vivo, es decir cuando él también los ve, dicen patria, socialismo o muerte, venceremos. Y con la muerte vencen, no vencían, coño, vencen en el gobierno de Chávez.


Chávez estuvo preso dos veces, una vez por sus enemigos y otra por preñaos de buenas intenciones. En ambas oportunidades sus derechos más elementales fueron respetados. Su caso fue ventilado por los medios de comunicación de alguna u otra forma: es un preso peligroso, por eso es que el magnicidio le parece tan atractivo a sus enemigos. Cuando los preñaos estuvo en contacto con sus jueces naturales y hasta lo grabaron. Sabino está preso en este momento, tiene tres plomazos en el cuerpo y se encuentra aislado. Tiene la ropa que le dieron en el hospital y se alimenta con la comida de los watía, cuya culinaria en versión militar no es la más representativa. El cacique ha sido despojado de todo sus derechos, y a su gente la atropellan.


Para la gente de Sabino atropello no es sólo el empujón gratuito, ni un encierro en calabozo militar por 72 horas, ni un peinillazo inmerecido, es además, con el carro. Muchos luchadores yukpas han muerto atropellados, en accidentes de tránsito y no en sicariato automovilístico. Sabino habló de cuatro casos de este novísimo tipo de sicariato, “nosotros los yukpa no podemos convivir con los terratenientes porque nos siguen agrediendo, nos siguen matando, pero si nosotros los matamos a ellos el ejército sí se mueve, pero si ellos matan a un yukpa el ejército se queda callado, porque le pagan al ejército, a la guardia nacional, a la ptj. No podemos convivir con los terceros”. De ahí al separatismo del que a veces acusan a los yukpas hay un largo y tortuoso trecho. Los separatistas son otros, los que no quieren aplicar las leyes venezolanas en ese territorio, los que se empeñan en violar derechos consagrados en Venezuela como si de otro territorio se tratase.


Sabino está en su lucha desde 1978. No tengo idea de la edad que pueda tener pero el año coincide con el autor del mismo proyecto que él vio, uno realizado en tiempos de Carlos Andrés Pérez y que se referían a un parque nacional no a una demarcación. Por si fuera poco se trata de terrenos montañosos con pendientes muy pronunciadas en los que cualquier actividad agrícola se ve impedida. Los yukpas viven arrinconados en la sierra simple y llanamente porque los arrinconaron a plomo limpio 50 años atrás. Los actuales terratenientes son hijos o nietos de esos adelantados y pretenden que les paguen por las “bienhechurías”. Malhechores hereditarios.


Hay un libro de Cabrera Infante en el que se pregunta qué es más peligroso, un indio amarrado o un indio suelto, la respuesta es un indio amarrado, porque se puede soltar. Será por eso que están tan cagados los amarradores de este caso. La censura que ha acompañado este caso es inaudita, a los medios de comunicación oficialistas se han sumado los medios escuálidos en un silencio que no puede ser catalogado de otra manera que de racista. Si a eso le sumamos las informaciones falsas, como ésa que dice que están en fuerte Macoa para “protegerlos”, o que Sabino es abigeo y violador vemos que la condena ya se sabe: culpables. Tampoco hay que ser un especialista en derecho para saber que esos crímenes son un excusa pa amarrar a los indios, pa ponerlos más peligrosos, los verdaderos crímenes son meterse con los terratenientes y con las mineras, con el agravante de invocar entre escuálidos a Chávez para sus bajos fines. El día que se suelten yo quiero estar ahí, pa verlos de lejos y cagarme de la risa.


El día de la tierra salí a cubrir una marcha en ocasión de tan magno evento. Por supuesto que pregunté por Sabino y ¡sorpresa! nadie se acordaba de él. Les recomendé que visitaran Vitalia, qué más podía hacer. Los Nicas son una cuerda e marditos que no se tienen que apellidar Cifuentes y yo soy uno de ellos. Mis maestros Nicanores no nos negarán un puesto en el pesebre a mis dos hijos y a mí. El mío es pa Doris, porque Rosanna aparte de la talla xxxlll extra no ha dado otra señal de vida.

martes, 9 de febrero de 2010

La nunca bien ponderada por mardita abeene

Me vine pa Caracas huyéndole cual rata del barco que irremediablemente se hunde al desempleo que tenía ya una buena temporada instalado en mi cuadro socio-económico. En la tierra del sol amada (por cierto, llamar así a mi Maracaibo florido es una muestra más de la muy estólida megalomanía marabina, los maracuchos sólo utilizamos el epíteto de manera jocosa y los marabinos se ponen solemnes y ni saben de dónde viene la cita. Esa frase pertenece a un poema de Rafael María Baralt que se llama “Adiós a la Patria” y la patria del bardo, que yo sepa, no era Maracaibo sino Venezuela) estaba vetado y no conseguía trabajo ni de salserín en la alcaldía de Trimardino, así que agarré mis pocos y raídos bártulos y me arranqué a probar suerte en el mundo laboral capitalino. Sin buscar mucho encontré, gracias a mi otrora amigo y hermanito Aguillón, presentar una prueba de ingreso en la ABN que resultó más fácil que hablar mal de Chávez, así que en cuestión de una semana ostentaba el cargo de Asist. de Com. Social adscrito a la Redacción de Información en la Coordinación de Cultura, lo que traducido a la realidad de la calle no es más que fablistán o cagatintas de cultura. La fuente de cultura fue durante un lapso humanamente insoportable la humilde trinchera desde la que defendí la revolución por un sueldo realmente malo. Lo de la miseria quincenal ya me lo habían advertido los panas maracuchos de la agencia (por cierto, cuando hablábamos de “la agencia” se me relacionaba la vaina con un prostíbulo o con una agencia de espionaje, y tenía de las dos cosas: una forma infalible de ascender ahí es dárselo a algún jefe y un tiro al suelo para los mismos fines es dárselo a Freddy Fernández, pero tirar con ese esperpento pertenece a la esfera del heroísmo más escatólogico, aunque no deja de ser tan moral como estéticamente censurable; otra forma de encumbrarse es sapiar a los demás, especialmente a los jefes, pa que se cumpla eso de quítate tú pa poneme yo. Ambos mecanismos de superación funcionan y se aplican, me consta. Como podrán suponer nunca ascendí porque además de escribir mal, lo que descarta el ascenso por méritos, entre mis jefas y yo sólo hubo odio gratuito o amistad ganada con trabajo y tesón y, en ambos casos la operación colchón queda descartada) pero me dijeron que con la agencia se viajaba mucho, incluso al exterior y los viáticos son jugosos cuando son al extranjero en dólares, también hablaron de horas extras, guardias, bonos y aguinaldos. Algo así como que gana poco el que quiere.

El flamante cargo dentro de la agencia me exigió vivir en Cagacas, ciudad hostil, si las hay, para con este ingenuo y campuruso venezolano. La Sucursal del Cielo (el cielo es Maracaibo) se ha encargado de tratar de hacerme la vida imposible y miserable. Reconozco que más de una vez lo ha logrado, pero apenas tengo la noción de estar contra el suelo se me activa el gen del maracuchismo impenitente y salgo a flote. Por estos lados encontré los peores actos de deslealtad, las traiciones más arteras y una indiferencia por todo y por todos verdaderamente pasmosa, las he sentido en carne propia y la solidaridad ha brillado por su ausencia. Esta es una ciudad violenta en todos los niveles, pero aplica casi siempre una violencia silenciosa y constante, de vez en cuando da zarpazos de ciego y nos pica cerquita, entonces brilla por su presencia la indiferencia más cabrona e hipócrita. En el metro bajan la santamaría dos o tres minutos antes de las once de la noche y a pesar de que el metro tarda un mundo todavía en pasar por la estación, los coños de sus marditas madres en vez de dejarlo pasar a uno (insisto, lo hacen antes de la hora exacta) lo que hacen es pontificar sobre la planificación del tiempo o la irresponsabilidad de “alguna gente”; decirle eso a alguien condenado a permanecer en la calle a esa hora, en esa ciudad, no puede más que llamarse violencia y sospecho que en este caso se trata de violencia institucional porque el metro está lleno de cámaras y la hora que uso como referencia es la que aparece automáticamente en los teléfonos celulares de Movilnecio, empresa socialista que tiene tapizado todo “el sistema metro” con publicidad de la más fea. En esta situación urbana me puso el desempleo, que es una de las peores eventualidades que le pueden pasar a uno.

En la agencia los principios fueron duros y ladillas, sobre todo porque mi coordinadora (o jefa) era más ladilla, contradictoria y odiosa que la Coordinadora Democrática. Ser subalterno de un ser tan asqueroso y repugnante me aseguró un puesto a la diestra de todos los dioses que hay en todas las religiones humanas que existen, han existido y existirán en este confundido planeta. Nunca me informó de nada. En la agencia, por ejemplo, si a un redactor le toca una pauta en la ciudad y no lo llevan en algún carro de la agencia le dan un pasaje ida y vuelta del metro, de esto me enteré por casualidad cuando tenía meses trabajando ahí. Permanecí confinado ahí hasta que Aguillón me metió, sin querer y con toda la intención de ayudarme, en tremendo peo.

En la agencia hay un área de audiovisuales donde hacen programas de radio y de televisión y por esos días hubo un problemón con una gente que trabajaba en la televisión. Lo cierto es que salieron de unas personas que estaban saboteando y necesitaban sustituto, claro, las circunstancias que llevaron a la vacante los tenían bastante paranoicos así que estaban buscando a alguien “de adentro” y en el que tuvieran absoluta confianza. Aguillón me propuso (cosa que me halagó que jode en su momento) e ipso facto pasé de ser un cagatintas de tercera categoría a productor de televisión. La jefa era Susana Segovia y con ella había un ambiente de trabajo de lo mejor, les juro que estaba asombrado de mi buena suerte. El cambio no significó una mejora salarial, al contrario, significó un esfuerzo extra por la misma paga: ahora tenía que trabajar 8 horas diarias mientras que en la redacción el horario era de seis. No voy a negar que el trabajo era más interesante y el ambiente de trabajo mucho mejor y que por eso acepté, pero el destino me demostraría poco tiempo después que mejor no lo hubiera hecho. Susana consiguió un postgrado en Chile y dejó la peluca. La pregunta era quién sustituiría a la jefa. Como recién llegado al departamento no le paré mucho al asunto hasta que Freddy nos llamó a todo el personal adscrito a audiovisuales a una reunión para develar el nombre del encargado de regir los destinos del departamento. La elegida fue Sugyn Quintana y la reunión se transformó en algo muy parecido al final del “Show de Porky”, cuando cantaban “lástima que terminó el show de hoy...”, en todos los presentes se posó una actitud de lo más sombría. Algunos pidieron la palabra reclamando a viva voz y delante de la recién nombrada ese nombramiento por desacertado y dañino. Como se buscaba una atmósfera democrática que avalara el nombramiento a dedo se le permitió a todos hablar y lo que dijeron de la Lic. Quintana casi que me hizo sonrojar. Freddy dijo que él no estaba proponiendo al esperpento para coordinación sino que lo estaba nombrando y al que no le gustara, él, como muestra de democracia y socialismo, le conseguía otro cargo en el sitio de la agencia que quisiera. Nadie dijo nada y así empezó su reinado la bruja más mediocre con la que me ha tocado trabajar en mi vida.

La primera medida que tomó la mala versión femenina de Sanco Panco fue enviar a dos camarógrafos “de comisión de servicio” al Minci. A eso le siguió un afán enfermizo de salir de todo el mundo. Conmigo la monstrua aplicó una antología de la bajeza y de la puñalada trapera propia del imperio romano en lo más decadente de su existencia. Ésa me echó paja donde pudo y con quien pudo con argumentos de lo más variopintos: que si la viajadera que mantenía pa Maracaibo por problemas de salud dental (ver la foto que ilustra este humilde blog más abajo) era puro invento mío, que si no me bañaba, que si me vestía mal... todo esto llegó a mis oídos de labios de gente que sabía lo mierda que puede llegar a ser la bípeda canina. Naturalmente, pidió mi cabeza. Después salió de Estefanía, Rocío, Jesús, Salvatore (bueno, este caso está lleno de unos detalles tan grotescos, que por respeto a Salvador no lo voy a detallar, por ahora), Andrés, Orimar, Mario... no puedo asegurar que sean todos, a lo mejor hay más, pero de que hubo una cacería de brujas, dirigido por una de verdad verdad, la hubo.

Sugyn se había puesto una fecha límite para mi permanencia en “su” departamento. Yo ya la conocía aunque ella nunca me dijo nada, ni por asomo, de los planes que tenía para mí. Así que terminé el trabajo que tenía asignado (no lo terminé completo, faltaba un día de trabajo para finiquitar el programa, pero como yo sabía ya lo que me esperaba y me correspondía un día libre por haber trabajado el fin de semana anterior, lo terminó ella) y regresé a la lúgubre redacción, donde los explotadores y enemigos de las clases trabajadoras que dirigen el tinglado me informaron que ahora tenía que trabajar ocho horas, como lo había hecho en audiovisuales. No sé por qué, pero esa decisión siempre tuvo para mí un aroma de discriminación contra los maracuchos y un fétido olor de ilegalidad y antisocialismo. Esa etapa sí que fue dura para este servidor. Nataly Gómez, la jefecilla de cultura no tuvo otro remedio que aceptar mi regreso porque todo el tiempo que duró mi ausencia se estuvo quejando de que no tenía casi gente para joder y ladillar en la coordinación y, como yo ya “conocía la fuente” (y a la fontanera), pues, a callar y, en contra de sus caprichos me tuvo que aceptar de vuelta. Como todo fue a pesar de la chupatintas, decidió de manera muy poco imaginativa (pero no se le puede pedir a algo como ella más que eso), hacerme la vida imposible con la ventaja de que ahora contaba con ocho horas diarias para tan entretenido hobby. ¿Tendré que decir que el tiro le salió por la culata y cual correcaminos veía ufano cómo se descomponía su coyotuno hocico con cada fracaso de sus maldades Acme. Ese período duro unos 6 meses y recuerdo con regocijo un episodio correcamínico digno de ser registrado en estas, no me canso de repetirlo, gloriosas páginas. La carantamaula se fue de vacaciones y al día siguiente (ya lo teníamos todo preparado, la feíta sus vacaciones y este servidor su travesura) publiqué en estas, no sólo no me canso sino que lo repito ad libitum, gloriosas páginas, una crónica sobre el animalito en cuestión. Seguramente su inconmensurable narcisismo le hizo creer que este humilde blog es visitado por multitudes de ávidos lectores (aunque en esa oportunidad aumentó un poco el número de visitantes porque toda la agencia lo leyó y hasta Raúl Cazal, de quien hablaré más adelante, of course, me dijo que así como en el blog debía escribir para la agencia) que recuerdan cada detalle de lo aquí escrito. Recuerdo que cuando volvió de sus muy merecidas vacaciones, ella, que es hórrida sin ambages, traía un semblante temblante y pálido y nunca más me dirigió la palabra, beneficio que no entraba en mis cálculos más optimistas. La única cosa que agradezco a la canis latrans. Como podrán suponer tuve que cambiar de fuente porque la pobre Nataly sufre de migraña y, modestia aparte, mi sola presencia le palpitaba en las sienes así que, conforme con mi plan, en la fuente de política me recibieron con los brazos abiertos, bombos y platillos. Es esa fuente conocí la censura más miserable de todas: la que limita la publicación de noticias para proteger a los poderosos, no la de las ideas u opiniones sobre ellos, pero eso será en otra entrega, que casi prometo en el más breve lapso pero cada vez que lo he hecho paso como un año sin escribir. Así que mi etapa de joven e intrépido reportero de política queda para más tarde y prometo que trataré de narrarla de manera muy mardita, pa que las mierdas que desde hace demasiado tiempo dirigen los des(a)tinos de la agencia sean serios.

No me puedo despedir sin aclarar lo de Sanco Panco, comparado hace rato con Sugyn. Así se llama una novela de Salvador de Madariaga y lo nombro como un alarde de la cultura más inútil y canallesca: el libro en cuestión no se consigue. Ángel Villalobos me lo prestó en una oportunidad y yo, de bobo, se lo presté a Alejandro Vázquez quien me lo tumbó de frente y sospecho que no lo ha leído ni lo va a hacer. Lo he encargado infructuosamente tres veces a España y una a Argentina y nada. Mi compadre Santiago lo encontró en Barcelona por la bicoca-cola (esto me lo copio descaradamente del libro) de 50 euros. Yo, hecho el güevón, lo encontré en edición príncipe debajo del puente de la avenida Fuerzas Armadas por 5 bolos. En un fin de semana me lo leí (no tenía nada que hacer y no tengo muchos cobres que se diga como para desdeñar la ahorrativa lectura) y lo tengo listo para prestarlo a los que se manifiesten capaces de leerlo, como máximo, en cinco días calendarios.

Ahora sí, os dejo. Pero os prometo que la próxima crónica ha de ser de las más hilarantes que se han paseado por estas, reitero mi negativa a negarlo, gloriosas páginas. Cómo sé que así será, muy fácil: estará dedicada al nefasto Freddy Fernández, reyecito tan mediocre y grotesco que no hay que ponerle mucho empeño para ridiculizarlo con sus trácalas y desaciertos, y yo prometo ponerle mucho pero mucho empeño a la sencilla tarea, cuyo borrador, por cierto, está en preparación y me está quedando de un bueno...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Mardita Justicia, te quedaras ciega...

Mi compadre Withfáther y este servidor solemos mamarle gallo a todo el que se nos atraviese con la frase “Chávez va a acabar con este país”. De tanto repetir y saborear la frasecita le hemos buscado sus interpretaciones y lecturas así que con toda propiedad podríamos decir que es ése el lema de la gloriosa organización de brasas El Rincón de los Aburridos®. Insto a Juancho Sotillo a que revele cómo se diría en latín Chávez va a acabar con este país, para ponerlo como lema de la gloriosa organización en el escudo que próximamente haremos diseñar por medio de un concurso público y ad honórem, como es debido. Lo cierto es que tenemos que ayudar a Chávez a acabar con este país, pero no a la manera de las compañías mineras que invaden la sierra de Perijá o las compañías petroleras en la faja del Orinoco sino a acabar con el país de la corrupción, de la impunidad, del racismo, de la exclusión y cuanta mierda de ésa exista en las relaciones del güevón pelabola como uno y el Estado mesmo. Recuerdo, por si acaso (hay mucho mardito por ahí suelto desprestigiando al más pintao. Ya a mí, que soy un ser anónimo y gris y que a la únicas organizaciones que pertenezco son el Psuv y El Rincón de los Aburridos® y todas sus subsidiarias, ya me acusaron de ser espía de Provea. En este caso supongo que lo hacen para desprestigiar a Provea, cosa que me parece muy bien, pero podrían buscarse a otro güevón), que el Estado mesmo y Chávez no son la misma cosa, sobre todo tomando en cuenta que en la República Bolivariana hay la bicoca de ¡cinco poderes! Desde estas, no me canso de repetir que no me canso de repetirlo, gloriosas páginas mantenemos la postura firme y erecta de con mi Chávez no te metas. Cuidao con una verga.

Hay tres temas que evito discutir con desconocidos, sexo, religión y política. En los dos primeros temas pareciera haber consenso intergaláctico, pero en lo referente a la política la cosa se torna más flexible. Cuando me toca un caso patológico de mardito que insiste e insiste en hablar de política (en principio trato de evitar estos escarceos nada amorosos porque me conozco y sé que me puedo poner pesao y desagradable) apelo a mis fragmentarios y muy precarios conocimientos de historia de Venezuela y con eso los enredo y les mamo gallo. Además cuento con mi experiencia vital en Barrio Adentro, Misión Sucre, Misión Cultura y cuanta forma de acabar con este país se le ocurra a Chávez. Tengo mucho pana chavista que ni de verga se aparece por un consultorio de Barrio Adentro ni por un CDI, ni que lo lleven emburrundangao; los hay que se quejan de los horrores odoríficos del metro a las horas pico con ese poco e negro sudao y apretujao, los que beben güisqui y paro yo de contar porque me voy del tema y las crónicas me salen como de 4 páginas a tamaño 12 y eso no hay quien se lo cale. Lo cierto es que hay mucho funcionario (desde que accidentalmente y en contra de mi voluntad habito en la capitalera y capitalista Caracas he visto con asombro lo que puede llegar a ser un funcionario si se lo propone) reconstruyendo y restaurando este país que junto a Chávez nos empeñamos en destruir, el país de la mediocridad, del chanchullo, el país sin imaginación. Con el poder que muchas veces detentan los funcionarios marditos, atropellan y joden al que se les atraviese sin ninguna consecuencia por sus comprobadas arbitrariedades. Fíjense lo que pasó últimamente con mi compañera de partido Mairim, la coñaciaron, la mantuvieron casi un mes presa y sobreseyeron su causa, pero ¿y los coñaciadores? Ningún funcionario, por cierto, dijo que se abrirían investigaciones ni nada, dijeron en cambio que ningún funcionario (a la final todos son funcionarios) había torturado a nadie, que los detenidos se lo merecían por malandros y que el estado de derecha, perdón, de derecho imperaba en la república. Si eso ocurrió en Caracas, qué no puede ocurrir, por decir un ejemplo totalmente malicioso y tendenciero, en la sierra de Perijá en territorio ancestralmente yukpa.

Los hermanos indígenas, como se sabe, son víctimas de un racismo atroz e incongruente con los principios básicos de cualquier revolución, sea ésta pacífica o verdadera. Sería interesante saber qué proporción de la población carcelaria ocupan los hermanos indígenas, algunos funcionarios quieren sumar a Sabino a esas racistas estadísticas. En mi Maracaibo florido, a orillas del Coquivacoa, los wayuu son un claro ejemplo de lo que hablo. Para ellos sólo hay unos pocos oficios, siempre serviles y duros, cachifa, albañil, jardinero, vigilante privado, buhonero, chofer de bus, colector de bus. En Pdvsa no los contratan de nada, absolutamente de nada, cosa que se puede comprobar en cualquier dependencia de la petrolera en Maracaibo. Ese de nada es muy relativo, porque seguramente buena parte de la interesante nómina de Pdvsa contrata con sueldos de mierda a cachifas y albañiles, mientras que sus carros son cuidados por un wayuu con escopeta y uniforme de colegio militar. Fuera de la ciudad la cosa empeora y ya la cosa se va volviendo tierra de nadie donde puede pasar (y pasa) cualquier cosa.

Este racismo contra los indígenas es tan escandaloso que da más asco que el empleado alguna vez por los ingleses y holandeses en Suráfrica. Las visitas a las comunidades indígenas debe hacerse con comida para darle a los desnutridos aborígenes. La situación ha empeorado desde los tiempos de la invasión encabezada por Colón, cuando él llegó los habitantes le ofrecieron comida y obsequios al almirante cuya tripulación venía de lo más escoñetada y desesperanzada. Me pregunto si en Caracas se calarían al secretario general de Bandera Roja como funcionario del gobierno nacional como es el caso de Mauro Carrero en la Comisión de Demarcación de Tierras Ganaderas (ni de verga se va a poner la rata ésa de parte de los indígenas ni de sus tierras), pero en territorio yukpa esto ocurre sin problema porque total, son indios, gran verga. Como ando con el tema carcelario atravesao me pregunto cuántos blancos hay en la cárcel por haber matado a indios. Supongo que el caucásico tendría que ser muy pobre y el indígena muy rico para que esa situación se dé, si es que se ha dado alguna vez en nuestra convulsionada historia política republicana. No creo que haya dado ni un caso porque de haber sido así la gente lo recordaría y formaría parte del refranero popular. He visto cómo muchos funcionarios los maltratan, les maman gallo, los excluyen y los ignoran. En Maracaibo, frente a Panorama, Delicias con Padilla, como quien dice, están diariamente mujeres indígenas, no sé si yukpa o barí, con un verguero de chamos de todas las edades, pidiendo limosnas. Los descendientes de los mismos que tenían perlas y su bling bling de oro cuando Colón llegó a cagarla, pidiendo limosnas, descalzos y llenos de escabiosis. Definitivamente la situación les ha empeorado, pero aunque nadie lo imagine, puede empeorar aún más.

La frase “por culpa e Chávez” ya forma parte de la imaginería popular y es la respuesta hasta para la sequía o las inundaciones. Pero a veces ocurren eventos que sí son culpa e Chávez y uno ni percibe que así sea, el ejemplo de lo que está aconteciendo en territorio indígena en el estado Zulia es culpa e Chávez. Él dijo que entre ganaderos e indígenas se ponía de parte de los indígenas y que la explotación del carbón no iba, a menos que le demostraran que no impactaba en el medio ambiente. Dicho esto, tanto los panas indígenas como los ecologistas chavistas recalcitrantes y del ala extrema nos pusimos la tarea de hacer cumplir el mandato del camarada Chávez, autor intelectual de todo este peo, que no es más que el peo del carbón y el de la demarcación de territorios indígenas. Qué más puedo hacer yo sino exigirle a los funcionarios que hagan lo que el comandante dice, que dejen de sacar el carbón, que saquen a los ganaderos, que no les paguen bienhechurías un coño a esa cuerda de asesinos, que nos pasemos por el forro el estado de derecha, que acabemos con este país.

El caso de Sabino para el pelo. Para empezar la más alta distinción que se le puede hacer es llamarlo simplemente Sabino, sin el hermano, cacique o maestre de campo. Su papá, un señor de más de 100 años, fue asesinado por órdenes de los ganaderos. De esto hace poco más de un año. El motivo del asesinato, no me lo van a creer, fue el robo de ganado, el abigeato. Desde hace bastante tiempo que andan con el güevo del abigeato y no demuestran ni comprueban nada, pero la acusación persiste y cada día como que tiene más fuerza. ¿Se imagina alguien de la ciudad o del campo que su casa sea allanada seis veces al mes y durante un año y nunca consigan nada y la cuestión continúe? Un momento, diría uno, aquí hay una constitución, unos derechos y hasta el funcionario más arrecho tendría que desistir al cuarto allanamiento. En territorio yukpa no hay güiro, como decimos en Caracas. El ejército llega a la hora que le da la gana en busca del ganado de los amitos y nunca lo encuentra pero Sabino no tiene los mismos derechos que los demás, así que lo ladillan y ladillan. Lo han acusado de manera pública e irresponsable de violador, pero quién ha visto indio con derecho a su honor y a su dignidad. Injuria sería en otro caso, bueno, en otro cualquier caso que no incluyera a un indio de mierda como presunto agraviado. Lo de presunto es un recurso barato mío para darle como más peso a la oración, pero de presunto no tiene un coño, lo llamaron así mismo, violador, ladrón de ganado e invasor de fincas; es como si en el gobierno de Bush le dijeran terrorista, pa Guantánamo iba a dar el indio de una.

Ahora a Sabino se le suma en el expediente forjado el cargo de homicidio agravado con alevosía, ventaja y en descampado. Mientras perdéis el tiempo leyendo estas líneas, Sabino está en una guarnición militar, incomunicado, con la misma ropa que tenía cuando salió del hospital y sin poder hablar con sus abogados ni familiares. En estas dos oraciones se ha violado por lo menos la mitad de la Constitución Bolivariana, por la que no me consta haya votado Sabino, pero yo sí. Tienen encanados a otros panas yukpas de la gente de Sabino a quien han de quitarle nuevamente su tierra, así como se la quitaron a sus ancestros no tan lejanos. Hay todavía dos prófugos y, según lo que se filtró del canal más pavoso de la bolita er mundo, vIvE tebé, están acusados por instigación a delinquir. Según el no menos pavoso ministro Tarek se trata de dos hermanos indígenas, pero se trata de dos hermanos que parecen indígenas por su terquedad, su paciencia y la claridad en sus objetivos y, la certeza de que trabajan por la justicia aunque ésta se les ponga en contra. Quieren encanar a Lusbi Portillo y a Kely Amundaray, que no son indígenas pero tienen una cara e guajiros malandros que no se las brinca un venado. Lo de Lusbi si se quiere se explica, tiene todos los años del mundo acompañando a los yukpas en sus luchas; ha sido acusado de agente de la Cía, de anarquista, de agente de oscuros intereses, de terrateniente (esta acusación fue de lo mejor, Lusbi propuso entonces que le demostraran dónde tenía las tierras que él se las dejaba expropiar y no exigía ni bienhechurías), de trabajar para una empresa carbonífera que no resultó favorecida, con razón, en un licitación y de lector de este blog. Lo de Kely ya me parece totalmente traído de los cabellos, no es de las más marditas ni incontrolables del grupo (aclaro que también pertenezco al círculo de panas de ambos y que si bien somos incontrolables, no somos descontrolados, casualmente, nuestra común incontrolabilidad va por los mismos lados, la de acabar con este país) que acompañan más activamente a los panas yukpas. Cuando acusan a Chávez de cualquier mariquera, como que está generando una carrera armamentista con bases gringas en Colombia, todos lo defendemos. Cuando los acusados son unos indios que como que no aparecen en la constitución, nuestros dedos siguiendo la impronta de los que trajo Colón, los señalan, los acusan y los condenan.

La acusación a Kely y a Lusbi me parece, además, racista. Los indios no son capaces por sí solos de organizarse y tomar sus decisiones soberanamente, tiene que haber algún elemento de inteligencia del que ellos carecen, así que eso tuvo que ser obra de elementos exógenos, de gente blanca o por lo menos culturalmente blanca. Estos agentes de la Cía buscan desde impedir que se exploten las riquezas minerales para que los gringos se queden con ellos, hasta que están involucrados con el narcotráfico, todo eso mientras engañan a los ingenuos hermanos indígenas con el cuento de tierras ancestrales, educación intercultural bilingüe o Misión Cultura.

El racista se odia a sí mismo, cosa que queda demostrada con el caso de los yukpas. Seguramente los funcionarios que tratan de silenciar el problemón que hay en sus tierras y hacen todo lo posible por sabotear y engañar, están de acuerdo con el Ejército Zapatista, se desgarran las vestiduras por los mapuches, están en contra de la masacre en Pando y a favor de los indígenas peruanos que fueron masacrados por la gente de Alan García. Las luchas de Méjico, Chile, Perú o Bolivia sí pueden ocupar primera plana y tiempo televisivo, Sabino es acusado a las 4 de la madrugada sin intérpretes y confinado en una instalación militar. De eso no habla nadie en Vtv, mucho menos en vIvE y el manto del silencio cayó sobre Ávila Tv: la línea es no se puede hablar de los yukpas del coño esos, ustedes no entienden políticamente la naturaleza del problema, dejen eso así y cállense. Preferimos mostrar los indios de afuera a los nuestros propios y autóctonos, los problemas de nuestros hermanos indígenas venezolanos nos son más ajenos que los de los hermanos indígenas peruanos, chilenos, bolivianos o mejicanos. Sabino está preso y las tierras de sus antepasados a merced de los asesinos watías que como zamuros deben estar volando bajito. No sé si alguien se ha preguntado qué pasa cuando el cacique se ausenta pero sigue vivo. No creo que los yukpas tengan prevista esa eventualidad ¿el cacique preso?

El juicio que le tienen montado a Sabino hace temblar de envidia a los que han sentido en carne propia lo lenta que es la justicia. Pongo por ejemplo el juicio del pueblo de Maracaibo representado por mi compadre Withfáther contra Canal Seta: lleva años y años y ni el juicio comienza (ya hay carteles de citación y todo), ni el canalcito sale al aire. Por cierto, cuál será la posición de la invisible estación televisiva comunitaria de Maracaibo en relación a la mala suerte inducida del cacique Sabino. A la dignidad la acusan en un idioma extraño, jueces extraños y racistas disfrutan perversamente de la justicia, cuerpos policiales corruptos y paracosos encuentran y recolectan las pruebas en su contra: el padre De las Casas debe estar de parte de Sabino, las cosas no han cambiado mucho si descontamos lo de la comida ofrecida al mentor de los ganaderos, Cristóbal Colón.

Confieso mi total desconocimiento de las simbologías, usos y costumbres de mis panas yukpas pero tengo serios indicios de que ellos resuelven algunos problemas a coñazo limpio. Dos carajos desarmaos se caen a piña hasta que se cansan y se van, la vaina es medio salvaje y primitiva, pero es una costumbre de ellos y hay que respetarla (confieso que no me parece mala la idea y que deberíamos pensar seriamente en adoptarla, por lo menos, en el derecho laboral) y no permitir que venga cualquier güevón a decir en el primer blog de mierda que uno se encuentra que es una costumbre salvaje o primitiva. Cuando a Sabino lo visita el ejército acompañado de pacíficos funcionarios (para esta ocasión armados y con los hierros bien visibles) para preguntarle por el ganado robado, extraviado o perdido de los amitos, el hombre se aparece con una corona de plumas, la cara pintada de negro, arco y flechas de guerra. No sé qué significa toda esa simbología ni por qué la emplean pero sí puedo hablar de su franela, porque Sabino no anda con el torso desnudo sino con una franela que dice UH AH Chávez no se va, una franela que no se parece en nada a las que salen en la tele cuando hay marcha: nuevas, planchadas e impecables; la de Sabino está descolorida, curtida y con el cuello estirado. La gente que lucha por los ideales del Ché y sus maestros no tiene mucho gusto para vestirse y tengo entendido que Chávez es uno de ellos. Sospecho que el problema se reduce a la manera de vestirse y los sastres del gabinete que hacen los trajes de la sierra de Perijá, más que malos sastres son peores desastres.

Para terminar de una buena vez con esta perorata redundaré en lo del racismo contra todos los indígenas en general y contra Sabino y su gente en particular. Los acusan de abigeato, buscan las vacas y no aparecen. Lo vuelven a acusar, vuelven a buscar las vacas, y de nuevo no aparecen ¿se imagina algún citadino que la policía le allane la casa en busca de un carro robado, no aparezca y sin embargo regresen cada vez que les dé la gana a buscar el cuerpo del delito? Me enteré que eso se llama, en las ciudades, hostigamiento; en territorio indígena, en todo caso, no se llama así, pero ocurre tantas veces como a los ganaderos se les ocurra difamar e injuriar (esos delitos están tipificados también en las ciudades) al nunca presunto inocente Sabino. Agrego que todo el procedimiento se hace en el idioma, según las leyes, usos y costumbres de los watías, de los invasores.

La crónica pasada dije que por razones que no iba a comentar compartí con mis panas Gloria Jusayú y Sabinito. Me veo en la obligación de comentarlo por culpa de los marditos watías; gracias al invasor los indígenas no tienen ni privacidad. Exactamente la semana anterior al nefasto Día de la Raza empapelado de títulos de tierras chimbos, estuvieron haciendo un curso en el Cenac, actividad de la que hay constancias, fotografías y certificados. También hay registros del hotel en el que los trataron como ya dije: hijoepúticamente paternales. Se regresaron por tierra así que en la empresa de transporte deberían tener otras constancias de su estadía y permanencia en la ciudad de la que vienen todas las maldiciones para ellos ¡Coño e la madre! ¡Yo los vi y hablé con ellos! ¿Por qué insisto tanto en hacer público un asunto totalmente privado? No me lo van a creer, pero a Sabinito lo acusan de haberse robado, junto con su padre, las famosísimas 200 vacas de los amitos (ya hay rumores que revelan el tipo genético de los bovinos extraviados, son de la raza Gasparín) precisamente los días en que estuvo haciendo el curso en el Cenac, el Centro Nacional de Abigeos y Cuatreros, según la lectura de los ganaderos asesinos, de los marditos watías.

viernes, 16 de octubre de 2009

Mardito martes trece (primera parte)



En estos días unos gochos publicaron en un panfleto un artículo sacado de este blog sin mi autorización, conocimiento ni permiso, como debe ser. No les voy a negar que la vanidad y la autoalabanza justificada (¡el panfleto se publica en internet!) se posesionaron de mi alma y que eso y nada más que eso, la vanitas vanitarum pues, es lo que me mueve para escribir estas chucutas líneas. Por otro lado alguna gente que trabaja o ha trabajado conmigo y lee estas, no me canso de repetirlo, gloriosas páginas me ha dicho que si escribo tanta mierda en los trabajos, por qué no hago lo mismo con más frecuencia en el blog. La vanidad y mis 15 minutos de fama me dicen que escriba entonces como lo hacía otrora en la abn: mal y rápido o, en el peor de los casos como lo hago ahora en Ávila Tv: peor y más lento. El tema de Bulevar dossier era el 12 de octubre, el día de la rasa y, me pusieron a compartir página con el camarada Gaddafi, honor que ni de verga merezco pero que igual mi maldito ego me obliga a agradecer.

Por razones que no voy a detallar socialicé casi una semana con unos panas indígenas de diferentes partes de la República Bolivariana aquí en Caracas y fui testigo (de excepción debería decir pero ya mi Narciso interno me susurra que sería demasiado) de la manera tan paternalmente mierda como eran tratados por sus connacionales blancos. De manera muy considerada (como dice mi abuelita) les explicaban en el hotel que el agua del guáter no se bebe y que en las habitaciones están prohibidos los sacrificios de animales. A la final los caraqueños se daban cuenta de que eran indios buenos y no marditos indios o indios coñojesumadre, como les dirían en Caracas. La categorización entre indios buenos y marditos indios se me ocurrió después de oír los cuentos de una amiga muy querida wayuu que cachifió que jode. Una vez me estaba contando cosas en una cola del banco en una sucursal mollejúa en la que habían gigantografías de hermanas indígenas con rasgos poco indígenas, en manta y maquilladas; mi amiga sin maquillaje estaba vestida con bluyín, gomas y franela: una guajira buena en el afiche y una mardita guajira que en cualquier momento saca una metralleta y atraca el banco. Ella, tiempo atrás, cachifiaba a que unos árabes ricos {me imagino que Sandra, que es como se llama esta amiga, mientras explotada vendía su fuerza de trabajo, se pondría con toda razón del lado de los sionistas} y en un apuro económico los tumbó y no volvió más). El caso de Sandra ilustra perfectamente lo que de manera tan imperfecta trato de explicar: por una emergencia se vio obligada a realizar un saqueo popular totalmente justificado, de alguna manera debía cobrarse cesta tiques, horas extras, fines de semana y una constelación más de deudas y prácticas feudales en su contra. Pasó de ser “es guajira pero es trabajadora” a “mardita guajira ladrona ésa”. En el caso de mis panas (en el grupo de camaradas indígenas estaban Gloria Jusayú, que estudió conmigo en mi breve y poco fructífero paso por LUZ y Sabinito, el hijo de Sabino) todos se comportaron como indios buenos en Caracas, pero sospecho que en su hábitat natural no. Marditos alijuna, chotos, criollos, invasores, blancos hijos de puta. Mardita plaga.

En el Panteón le rindieron honores al cenotafio de Guaicaipuro y cantaron el himno en pemón (explico porque hay mucho mardito que no lee. El “cenotafio de Guaicaipuro” no tiene nada que ver con, digamos, el “adefesio de Coromoto” o el “ridículo de Guadalupe”, que yo sepa Guaicaipuro no creía en vírgenes. Un cenotafio es una tumba simbólica (yo la llamaría asomática) que no contiene las cenizas del titular. En una situación similar se encuentran Bello y Sucre, mientras que Miranda está en una situación idéntica ya que sus restos tampoco se sabe dónde están, aunque al parecer la doctora Bohórquez con su proverbial olfato mirandero dará con ellos. Para los lectores extranjeros o muy incultos aclaro que “pemón” es uno del verguero de idiomas que se habla en esta contradictoria patria, me imagino que debe ser más antiguo que el español y todo). Uno, que tiene sus tendencias bastante ocultas al marditismo se pregunta, cómo se dice, no digo en pemón, en jivi, en wayunaiki, en kariña o piaroa “empíreo”, o “yugo” o “despotismo”. Ese acto en el Panteón me recordó, más que la resistencia indígena, el Día de la Raza. A cualquiera le parecería que están reconocidos y garantizados los derechos de los verdaderos dueños de este territorio simplemente por cantar las gloriosas notas en el mausoleo de la patria. La verdad mardita es que no tienen tierras, están desnutridos, el desempleo y el alcoholismo los rejode cotidianamente, el sicariato los acompaña hambriento, un sinfín de enfermedades curables los diezman y, lo peor de todo otra vez en un 12 de octubre, el contacto con el mardito y emprendedor blanco, así sea en el Panteón, con la mirada atenta de El Libertador y el verbo florido de Cilia Ídem.

El hijo ilustre de Las Morochas, Johnny Salcedo, me comentó en una oportunidad una idea que se le había ocurrido con respecto al día de la rasa. Eso de llamar al día de la rasa “Día de la Resistencia Indígena”, a nuestro entender (y debo agregar que Johnny es un tipo muy brillante y leído), es una ridiculez mayúscula. Él propone llamarlo “El Día de la Gran Sortija” y yo estoy completamente de acuerdo.

Siento una voz que me dice que el párrafo anterior quedó falluto. Os aseguro que fue a propósito para probar la técnica del párrafo incompleto, subterfugio literario que sirve para crear cierto suspenso, claro, para eso hace falta un tema arrecho y un protagonista oriundo de Las Morochas no ayuda mucho, aunque creo que en este caso me salió medianamente mediocre porque pudo quedar peor. Una sortija es el golpe que se da con un puño que tiene el índice estirado sobre la palma de la otra mano que está abierta pero con los dedos pegados, menos el pulgar que hace un ángulo de 90º con el índice respectivo, de manera que el índice indicado de primero quede entre el pulgar y el otro índice. El golpe debe ser sonoro. Cada día de la rasa, en vez de estar tumbando estatuas (eso le resta espacio a los grafiteros para expresarse) los verdaderos revolucionarios nos reuniríamos en cada plaza Colón, Alfíger, Ojeda o cuanto genocida español que sea, para hacerle sortijas al estatuado entre tragos de cocuy y de chirrinche. Se pueden organizar coreografías sortijísticas y sortijoterapia, esas bebidas rituales lo ponen a uno muy creativo. Estas reuniones se pueden politizar y de ellas pueden salir círculos de estudio dedicados a la vida, atrocidades y asesinatos del que por esos mismos actos se encuentra inmortalizado sobre un pedestal. Mientras no se instaure el 12 de octubre como Día de la Gran Sortija y se continúe celebrando como un circo protocolar o con entregas apresuradas de tierras chimbas (como ocurrió en territorio yukpa) lo seguiré llamando día de la rasa.

Ahora, lo que ocurrió el martes 13 en territorio indio contra Sabino Romero me convence de que hay que llamarlo Día de la Raza. A sabino le hacen una guerra mediática en la que lo acusan de abigeato desde hace tiempo. Resulta que según esas sesudas noticias Sabino se robó unas 200 reses hace poco, pero aproximadamente un mes atrás se robó 60 becerros. Tengo algunas preguntas odiosas que hacer y a lo mejor algún caraqueño revolucionario, de esos que dicen que Lusbi es agente de la Cía y que se trata de un problema interno entre yukpas, me la contesta. ¿Cuánto espacio ocupan 200 reses? ¿será que hacen mucho ruido? ¿cuánta gente hace falta para manejarlas? En serio, tengo entendido que para la casa de Sabino no es nada fácil llegar solo, con 200 reses debe ser más que imposible. Lo de los becerros ya pertenece al mundo de las fantasías del Matacuras mesmo: las reses uno las lleva pa un sitio y todas cogen como si fueran un rebaño al mismo sitio, cosa que no ocurre con los becerros: son de un espíritu más anarquista y cada uno salta por su lado y no hay rebaño posible. Esta pastillita pecuario-cultural está dirigida a todos esos que toman decisiones y tiran línea desde una silla ejecutiva de tres mil bolos con aire acondicionado. El trabajo de ellos, sin embargo, no es ése sino defender a Chávez (como si él no se supiera defender solo) de las mentiras de la prensa. Lo del abigeato de Sabino parecen vergas de Alan García pero el que las dice es otro yukpa llamado Olegario Romero. Sabino fue el martes 13, en son de paz, a pedir explicaciones.

Abigeato es de lo que acusan, precisamente, a Garabombo el Invisible, libro de Manuel Scorza que le recomiendo a todo el mundo porque pareciera que todo lo que planean y desde siempre hacen los ganaderos contra los yukpas estuviera ahí escrito. Garabombo, a diferencia de Sabino, sí era un indio mardito, de los que estuvo preso por no dejarse joder, de los que recuperan su territorio a plomo limpio, de los que dejan su ejemplo y en esto último sí se parece a Sabino. Al yernode Sabino, Hébert García, lo coñació la gente de Olegario (el mardito ése debería llamarse Malincho) y le advirtieron que no siguieran robando el ganado de los amitos.

Otro argumento de gran peso y veracidad es el referente a que el problema es entre indios y que como el refranero popular dice que los indios no se tiran flechas entre ellos, hay que rodear la zona con el ejército y no dejar ni que levanten el cadáver de una de las dos víctimas mortales, Hérbet García, casualmente el que mató Olegario Romero, quien casualmente está ileso. Lo mismo ocurre cada vez que hay una guerra por la simple sospecha de que hay un recurso natural, como ocurrió en la Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay, seguramente llamada en el mundo civilizado de entonces “conflicto entre indios”. Lo que no dice nadie, ni siquiera las naciones incivilizadas, es que esa guerra se hizo con armamento gringo y europeo, que los europeos apoyaban a los paraguayos y los gringos a los bolivianos. Esos gringos y europeos de entonces se parecen mucho a los ganaderos de la sierra de Perijá de hoy en día y, muchos funcionarios del gobierno parecen sus embajadores.

El día trece Sabino tuvo una visita domiciliaria del ejército por acusaciones de abigeato por parte de los ganaderos. Los forjadores de libertades buscaban las doscientas reses y no encontraron en los alrededores ni una de las 800 huellas. A nadie le gusta que lo acusen de ladrón y mucho menos en las circunstancias en las que se encuentra Sabino: lo tienen en salsa por otro asunto, el de la autodemarcación de los territorios indígenas. En la tarde, después de atender a los guardianes de nuestra soberanía, fue a ver a Olegario, como ya dije, en son de paz. La prueba es que no iba solo: iba con su familia y desarmado. Como cacique Sabino está obligado a resolver por las buenas y en paz ese tipo de conflictos pero se encontraron a Olegario cual adeco en sus mejores tiempos: borracho, armao y alzao. Así como uno dice a veces que se le despertó el indio estaría Olegario, con el watía despierto y muchas ganas de beber sangre india después de tanto alcohol.

Hubo coñazos, tiros y muertos en tierras del pacífico y emprendedor líder indígena, buen ciudadano y padre ejemplar Olegario, el presunto autor intelectual y material de la masacre es el connotado abigeo y archiconocido invasor de haciendas Sabino Romero (a) El Garabombo. Ésa es la noticia, pero no es ni la verdad ni la razón principal del conflicto. Los heridos que acompañaban a Sabino tienen tiros en la espalda, a la usanza de los ganaderos invasores de la zona en la década de los 50 y 60, hace medio siglo apenas. Raro enfrentamiento éste, se parece mucho a los que organiza la policía de vez en cuando.

La gente de Sabino huye, y en la carrera la primera en resultar herida es Marilis de 9 años, luego hieren a Sabino, y al niño Édicson Romero. Hébert Romero, que sí andaba armado con una escopeta, trata de repeler el ataque para cubrir la retirada (cosa que se puede hacer en Puente Llaguno, pero no en territorio yukpa) y cae, uno de sus disparos mató a Mireya Romero de 16 años, quien estaba embarazada y era familiar de Olegario Romero.

Sabino, herido en la espalda y el brazo, es llevado a la comunidad Chaktapa. De ahí lanza un alerta a los panas de Maracaibo y avisa que no va a bajar con funcionarios del ejército. Con dos balazos en el cuerpo hasta el indio más bueno se empieza a malear, tiende a tornarse Garabombo. Sabino es finalmente trasladado al Hospital Ché Guevara donde es atendido por los médicos e interrogado por los cínicamente llamados cuerpos de seguridad del Estado. Como a las 10 de la noche recibo una llamada desde el Hospital Ché Guevara en la que me informan que se quieren llevar a Sabino pal Hospital Militar con el pretexto de su protección, pero es para incomunicarlo cosa que facilitaría mucho el montaje de un expediente para encanarlo en el idioma del blanco, bajo sus leyes, sus jueces y en sus cárceles. No me quiero ni imaginar cómo se sentiría el Ché, cuyo nombre lleva el hospital del que sacaron de esa manera tan ilegal a Sabino. Seguramente se recordaría de Higueras y pondría la misma mirada severa de Bolívar en el Panteón el Día de la Raza un par de días atrás.

A todas éstas la ministra Nicia como que se da cuenta del verguero en que está metida, apenas ayer se habían entregado títulos de tierra chimbos en estos territorios ahora convulsionados y bañados de sangre, así que se vio obligada a intervenir de alguna manera porque ella es, teóricamente al menos, ministra de todos los asuntos indígenas, no de algunos asuntos indígenas. La gente de Sabino quedó a su suerte en la sierra mientras que a Olegario (en cualquier momento lo apellidan Villalobos, con el perdón de Fernando Villalobos, el lector número 17 de este blog, ¡pronto llegaremos a los 20 lectores!) hasta asesoría legal le estaban dando para lo del expediente montado a su favor y Nicia debía aparentar que algo hacía. La inteligencia apenas le dio para suplantar a la Cruz Roja y trasladar a los heridos. Qué triste papel el de la ministra enfermera

Sabino está custodiado por los mismitos que están montando el expediente con las pruebas en su espalda y en un brazo, un caso que no sé si lo resolvería CSI Miami o Expedientes X. En Machiques los ganaderos anuncian que si no les resuelven lo del abigeato tomarán los correctivos necesarios para mantener a salvo su propiedad privada, cosa que desde siempre han hecho por esos lados, al que le comprueban robo de ganado lo matan y nadie dice nada. Feudalismo del siglo XXI deberían llamar a esas prácticas. El problema es muy complicado pero la solución es posible y viable, no se ha hecho nada a favor y mucho en contra porque no se toma en cuenta ninguna variable lógica. Estamos hablando de unos 11.000 indígenas y de apenas 300 ganaderos que obtuvieron esas tierras de manera ilegal e inhumana. La Comisión de Demarcación de Tierras Indígenas está súper infiltrada por los intereses más oscuros y antinacionales en la persona de Mauro Carrero, secretario regional de ¡Bandera Roja! En ella también participaba el prófugo de la justicia venezolana Daniel Castro (a) Lolito, quien la cagó y ahora no quiere responder desde España por nada.

El conflicto en la sierra de Perijá se parece mucho al del Estado Sionista de Israel y Palestina. Por eso a los chavistas radicales del ala extrema nos extraña que, si bien Venezuela no tiene relaciones diplomáticas con Israel (cosa que aplaudimos) y Chávez ya dijo que entre los ganaderos y los indios se ponía de parte de los indios sigan los funcionarios del gobierno de parte del sionismo ganadero. La ministra es indígena (pero hermana jamás) y se pone de parte de los blancos, el ministro de interior y justicia Tarek es descendiente de árabes y apoya el mismo despojo del que son víctimas sus hermanos palestinos.

Durante el enfrentamiento murió un caballo y nadie me saca de la cabeza que es la única víctima que de verdad lamentan los ganaderos, ponerse de parte de ellos es avalar esos duelos tan despreciables como sinceros. Por cierto, ellos son los únicos beneficiados con las muertes de indígenas, cosa muy fácilmente demostrable desde el punto de vista histórico. Ojalá que nombren una comisión que haga su trabajo y en el caso de Sabino la justicia se imponga, porque lo que soy yo, estoy a punto de conspirar invocando a Garabombo así me acusen de agente de la Cía o de escuálido. Por cierto, y ya para despedirme, léanse Garabombo el Invisible para entender un poco más el problema indígena y pasar un rato agradable, es uno de los mejores libros que he leído.

martes, 13 de octubre de 2009

mardito jueves

Para hablar del jueves tratado en la pseudo crónica pasada hay que hablar necesariamente del miércolesinmediato anterior. El horario del plan fracasional era de 7:30 de la mañana hasta las 4 de la tarde, aunque siempre se prolongaba un poco más, pero el miércoles se pasaron y llegaron a golpe de siete de la noche. En vista de que tenía que esperar a juro en Parque Central lo hice en compañía de tres panas de la agencia que al igual que este servidor esperaban en cualquier momento la aparición de San Bonifacio. La espera se hizo, por supuesto, entre cervezas y habladera de paja y, cuando el chamo llegó, hambriento y lladillao, pedimos comida y más cervezas. Total que nos despedimos como a las nueve y ellos tuvieron que completar mi parte de la cuenta (mi párvulo come más que un perdido cuando aparece) porque los cajeros automáticos confabularon esa noche en mi contra así que llegamos limpios a la casa pero con la barriga llena (el chamo) y el corazón contento (tanto el chamo como su padre, el Bono se aparecería en cualquier momento) a dormir, los días del plan fracasional nos levantábamos a las 6 de la mañana pa tener bastante tiempo pa manguarear

El jueves mardito empezó para mí muy tempranito, como dije en el párrafo anterior (y lo repito para acentuarlo: levantarse a esa hora es inhumano) porque fue a las 6 aeme. Por la feliz circunstancia de la visita del chamo mi despensa estaba ocupada por comida de verdad y, además, sana, así que mientras calentaba el agua (en el rancho en que vivo no hay agua a esa hora, así que la higiene obliga a tomar baños de tobo [en Maracaibo llamados de balde] con el agregado de agua caliente pa que se entibie, demasiada tortura la hora como para sumarle el detalle de la temperatura) iba preparando un tentempié, ponía música y ladillaba al chamo pa que se levantara. Soportamos estoicos el apretujamiento del metro y llegamos a Parque Central puntuales como siempre. Lo primero que hicimos fue acudir a un cajero a sacar algo de plata y verificar si el santo más venerado de esos días, Bonifacio, se había materializado. Sólo estaba mi famélica quincena de 617,83 bolívares fuertes. Saqué el equivalente a media quincena, le di 50 bolos al chamo, lo dejé en el plan fracasional y subí presto al piso 16. Ahí me encontré con Gabriel, que llega todos los días a las 6 de la madrugada con una sonrisa que le daba tres vueltas a su cara en vez del habitual bostezo de bienvenida (me imagino que se debe levantar a golpe de 4 aeme). Sí. Le habían depositado el bono.

Se lo habían depositado, aparentemente, a todo el mundo. Esa agencia irradiaba alegría por los cuatro costados y los agiotistas ya empezaban a hacer aparición en busca del producto de su duro trabajo diario. Yo, para ser sincero, estaba de una sola pieza, anonadado y atónito, no tengo otra manera de describir la vaina. Los que iban llegando me recomendaban que hablara con Tibisay, la jefa de recursos humanos, porque se debía tratar de un error malintencionado de los remarditos que están detrás de eso. Fui hasta la inhumana oficina de recursos humanos donde me informaron que no había recibido el bono “porque había estado de reposo médico” (esto, por demás neoliberal extremo, “los enfermos no cobran”, no se ajustaba a la realidad: además de buenmozo y simpático, gozo de una precaria salud de hierro, como dice Sabina), al llamar a capítulo a la funcionaria que había dado tal declaración, ésta se corrigió diciendo que era “porque estaba de «comisión de servicios»”. Volví a la sala de redacción y a todo el que le decía las razones escuchadas me decía que eso era ilegal, que peleara, “no te vayas a dejá jodé, maracucho” era la frase última de esos consejo y la frase que más he escuchado últimamente.

Tuve que esperar a la tal Tibi hasta las 8 y media (el plan fracasional empezaba a las 7 y media, pero tenían a los chamos una hora sin hacer nada útil, los ponían a cantar y a gritar consignas demasiado infantiles para la mayoría de los infantes presentes), hora de su habitual y nutritivo desayuno, así que tuve una espera adicional, tras la cual fui informado de lo que ya sabía, que por estar de comisión de servicios en Ávila Tv no me tocaba Bono. Le pregunté si me podía dar esa información por escrito y no pensé que se pudiera ofender y arrechar tanto, pero se volvió una fiera ofendida y me dijo que nada de eso, que si quería (verga, no, no iba a querer) hablara con Freddy.

La secretaria me informó que Freddy “llegaba después de las once”. Si sacamos cuentas estas palabras fueron dichas minutos después de las 9 aeme, la reunión con Tibi fue más bien breve si descontamos el tiempo de su desayuno, que tuve que esperar de antesala. Por otro lado tenía compromisos en Ávila Tv, la súper producción “Apaga la Tv” sería el viernes y, aunque mi participación fue ínfima (por eso quedó tan bien) no me podía aparecer al mediodía. Decidí, entonces, buscar su teléfono y enviarle un mensaje, en caso de que fuera movilnet, desde una de las computadoras de la agencia ya que no tengo celular. En año y medio que llevo en la agencia nunca conseguí que alguien me diera el teléfono de Freddy, todos me decían que a él no le gusta que estén dando su teléfono, que se arrecha si alguien lo llama, en fin, un rasgo muy primigenio del burócrata. El jueves mardito, sin embargo, me lo ofrecieron con la aclaratoria de que le dijera que “te lo di yo, y "no te vayas a dejá jodé, maracucho”.

El mensaje enviado desde la computadora (bueno, en realidad sí tengo un teléfono celular que sólo recibe llamadas, no estoy inscrito bajo ningún plan, los de los celulares generalmente son fracasionales) fue contestado con una llamada del mismísimo Freddy unos 10 minutos más tarde y con voz soñolienta in extremis, no digo que aguardentosa pa que no crean que soy demasiado subjetivo pero es lo que provoca poner. Me dijo que, efectivamente no me correspondía el Bono por lo de la comisión de servicios, que hablara con Tibisay. Le respondí que ya había hablado con Tibisay y que por recomendaciones de ella misma en persona me había atrevido a tomarme la libertad de llamarlo. Quedamos en que en un rato iría a la agencia. Esta vez la espera fue larga, o por lo menos así me lo pareció: había quedado con una compañera de trabajo para desayunar y ella con su impaciencia y su hambre contribuyó a que me pareciera larga la espera, lo cierto es que decidimos, después del rato que me pareció largo (y me sigue pareciendo), bajar a desayunar y al volver, reunirme con Freddy.

En la planta baja del edificio, ya en camino a la panadería donde tendríamos el condumio matutino tan esperado, nos encontramos a Freddy, que me preguntó entre bostezos si le estaba montando alcabala, le respondí que no, que lo que pasaba era que con la noticia del Bono, si no desayunaba, convulsionaba. Tanto derroche de humor, les juro que no era gracioso. El presidente de la junta liquidadora de la abn me respondió entonces que empezara a convulsionar porque a los que están de comisión de servicios no les corresponde Bono y que eso yo “lo debería saber”. Para darle fuerza a su argumento me dijo que a él le parecería deshonesto pagarme un bono de productividad si no me podía evaluar. Debo reconocer que tanto cinismo junto me dejó confundido y estuvo a punto de sacarme de mis casillas. Le hice la misma pregunta que tanto incomodó a Tibisay, que si me lo podía pasar por escrito y, así como la coordinadora de recursos humanos, se alteró el presi de la mala junta liquidadora y me respondió que “eso no existe”. El ejemplo y la obra de mis mayores me ha enseñado que si no quieren exponer razones por escrito, hay chanchullo. En vista de que el presi se puso bravo, decidí dejar la cosa así, el menos interesado en que surgieran conflictos que pudieran interrumpir el diálogo era yo: mi Bono era el que estaba en discusión. Le dije que iba, ante tanta negativa a buscar una solución negociada, a acudir al Ministerio del Trabajo.

El desayuno estuvo, como se podrán imaginar, desabrido y frío, y el café, además, amargo. Que conste que la compañera con la que desayunaba es bellísima, simpática y es pana mía; sus palabras de apoyo y de aliento me hicieron tranquilizarme un poco. Como en todos los momentos coños e madre, injustos y contra la justicia me hice la pregunta que siempre me hago. No me lo van a creer y va a parecer ingenuo, pero hay que creer en algo, así que me pregunté como siemnpre qué haría el Ché en semejante situación y me respondí que seguramente tomaría las cosas con calma y analizaría muy bien el terreno porque se asomaba en el horizonte contraataque, pero sobre todo identificaría al enemigo. De mejor humor que antes me terminé el desayuno, me despedí muy agradecido de Emma y me fui a Ávila Tv hasta la tarde, momento en que tendría que recoger a Guaicaipuro.

Como sentía una voz que me decía que se acercaban mis últimos días en la agencia, llegué más temprano que de costumbre por el chamo. Todos, solidarios, me decían que era una injusticia y me echaban cuentos desconocidos para mí, de la agencia. Lo de “cuentos” no son cuentos, las versiones eran corroboradas unánimemente. A esa hora estaba de muy buen humor. Tanto que me puse a conversar con Inojosa y con Tovar, poseedores de un humor muy ácido, corrosivo y remardito, tanto que es mejor estar con ellos o cerca de ellos, para oír por lo menos lo que dicen de uno. En los comentarios que a veces acompañan estas, no me canso de repetirlo, gloriosas páginas, hablan mal de Tovar, en lo personal no tengo nada en su contra: no me parece ni mejor ni peor que la mayoría de la gente que trabaja en la agencia y tiene cargos similares al suyo o superiores al suyo, las veces que me tocó trabajar con él disfruté de total y completa autonomía intelectual y no me ladilló en nada. Cuando me acerqué a ese par de marditos Tovar le comentaba a Inojosa que había pasado a buscar un cheque que le debían por su papel de Urco en el Planeta de los Simios y vio uno para él de National Geographic. Inojosa respondió que ya él sabía porque Erlinda, que también había ido a buscar un cheque, ya le había dicho. Tovar se preguntó entonces en voz alta por qué a ella le pagaban más que al resto. De ahí me empezaron a mamar gallo a mí por lo del bono: casualmente había un cumpleaños y en la agencia Aixa se encarga en estas fechas onomásticas de recoger entre los presentes para comprar una torta, refrescos, pepitos y papas fritas, Inojosa y Tovar le decían que a mí no me pidiera contribución y que si sobraba algo me lo dieran. De más está decir que me iba a morir de la risa con ese par de carajos. Se despidieron con una torta envuelta en servilleta para que me la llevara por si no tenía para darle desayuno al día siguiente a Guaicaipuro.

Durante el día mis reflexiones guevaristas me recomendaron mantener las hachas de la guerra enterradas hasta el domingo, día en el que mi cachorro tomaría su avión de vuelta para la ciudad que vio a Udón arrastrarse hecho verga por sus calles. Durante todo ese tiempo me mantuve sereno y sonriente gracias a la fuerza que me dio la presencia del chamo, así que el domingo se lo entregué al azafato pa que lo montara en el avión y, de vuelta a Caracas empecé a cavilar y a planear guevarísticamente la mejor forma de defensa que hay desde la guerrilla: la contraofensiva. Pero de eso escribiré próximamente, aprovechando que estoy en una etapa de subempleo o buhonerismo laboral que me permite dedicarle más tiempo al ocio y a la pérdida de tiempo que representa el escribir estas, no me canso de repetirlo, gloriosas páginas. Para despedirme de manera que los pocos que hayan llegado hasta este punto digan que la vaina terminó arrecha, cito las palabras de alguien talentoso que nadie o casi nadie conoce. En este caso se le suma el detalle de que queda perfecto para describir las batallas kafkianas (dígame este detallito de Kafka. En lo personal no me gusta para nada el autor y nunca me he leído nada completo de su cosecha y lo poco que leí lo olvidé, pero he ahí la magia del lugar común, cualquiera los puede usar casi en cualquier circunstancia) que se pueden desatar con la burocracia. No me puedo ir sin agregar que el jueves narrado fue jueves 13 y estoy empezando a sospechar que son, por lo menos en mi caso, tan pavosos como los martes.

Y no olvidéis que el torturador es un funcionario, que el dictador es un funcionario, burócratas armados que pierden su empleo si no cumplen con eficiencia su tarea, eso y nada más que eso. No son monstruos extraordinarios, no vamos a regalarles esa grandeza”, Fermín Muguruza.