lunes, 17 de marzo de 2008

Yulimar, Raúl y Luis Reyes Reyes o el día de la mujer



La otra vez iba pal trabajo y me encuentro un grafiti de lo más silvestre, color negro, un solo trazo, pared gris. El mensaje también es de lo más adocenado. Imagínense, 19 años. Casi que nada si le hacemos caso al tango. Bueno, a pesar de todo eso, se me paró el pelo cuando lo vi y se me volvió a parar cuando tomé las foticos.
El período denominado por mis biógrafos "europeo" (que yo llamo "mi largo y duro exilio" y mi madre "diez años perdíos") se inició en setiembre del 88, así que me perdí los sucesos.
Lo cierto es que antes de esa fecha estaba residenciado en la IV como cualquier hijo e vecina. Desde esos pretéritos tiempos Angelita vive en la ciudad de los techos rojos rojitos y cada vez que visitaba la ciudad capital me quedaba en su casa, que era un apartamento. Cuatro cuartos, cocina, una sala mollejúa y un baño. Ahí mandaba Alicia, que estudiaba derecho. Entonces Angelita era una recién llegada pero como es prima de Chaveto consiguió panas en seguida. En ese apartamento caía cualquier cantidad de gente desde Carlanga hasta Yulimar.
Para darle más sabor al chisme, diré que la vez que la conocí fuimos con Yulimar a un bonche en la casa del entonces Jorge Rodríguez.
Yuli era de Tucupita y todo el mundo le preguntaba ¿de mi cupita? Lo cierto es que conocí a la Yuli por medio de Angelita, que rima con Tucupita.
Me encontraba, como recordarán, en mi destierro cuando lo del 27 de febrero y no me enteré de nada. Desinformado y con ganas de informarme. Resulta que a veces algún compatriota se echaba el polo pa la embajada y se traía los periódicos de hacía un mes o más. Pa terminar el relato y hacerlo menos cursi, me enteré de lo de Yuli por la prensa y me dio mucha arrechera.
El día de la internacional de la mujer, como era de esperarse, me fui a la marcha que salía desde el parque Carabobo en Caracas. Me compré una gorra y estuve dando vueltas por la concentración hasta un poco antes de las 10, hora en que debía vender mi famélica fuerza de trabajo. Total, las dejé botadas sin haber tomado ni una fotico, la cámara que empleo para este menester es prestada y ese día estaba devuelta. Caminé hasta el céntral park y volví a pasar por el sitio donde estaba el grafiti del principio de este intento de homenaje. Venía emocionado de ver a las mujeres celebrando y tal. Además venía con mi gorra nueva puesta.
Hacía tiempo que no usaba mi trillada técnica de saltar pal otro párrafo con tanta maestría. Nada, estoy mejorando notoriamente. La pared ya estaba pintada y del grafiti no quedaba nada. Borrado de la faz de la pared por una mano de pintura gris. No voy a negar que me dio mi afrecherita ver que celebraban el día de la mujer limpiando y pintando. Lo malo es que pintan algunas vergas nada más y limpian mal.
Hacer el ridículo con proposiciones extravagantes pareciera ser una de mis virtudes, así que propongo que acabemos con ese colonialismo efemerídico y cambiemos de día el día de la mujer. Lo podemos poner el día en que nació Yuli. Tengo mis reservas para con el día de la mujer, los siguientes 365 días de este año bisiesto serían los días del hombre. Poner ese día se le ocurrió a una tal Clara Zetkin en 1910, pero apenas le pararon bolas los soviéticos siete años más tarde. Además, rememora una matanza, en cambio el cumpleaños de Yuli es vida porque es nacimiento. Siempre he creído que la tal Clara Zetkin se empeñó en el tal día para aparecer ella misma años más tarde en pancartas, banderas y escudos.
De todo este cuento tan balurdo lo que más me dio curiosidad no lo he nombrado y lo dejo de último para dármelas de tener un estilo arrecho. Fue la identidad de la grafitera o grafitero que lo escribió. No conozco a casi nadie en esta ciudad y por lo tanto ni un sospechoso.