sábado, 19 de abril de 2008

Citogense

Hay tres carajos en el mundo que gozan de mi más completa admiración. Hacen cosas totalmente inútiles e inofensivas pero de lo que llamaré con mis propias palabras un gran impacto mediático. Son acciones tan arrechas que de buenas a primeras surgen los espontáneos por doquier. También lo llamaré efecto dominó (hoy estoy fertilísimo, ya van dos conceptos de mi propia cosecha).
Uno de ellos, un belga cuyo nombre es Noel Godin, se dedica a tirarles tortas en la cara (como en las películas desde Chaplin hasta nuestros actuales días) a todo famoso que osa pisar el sagrado suelo de su patria belga. Le ha pegado tortas en la cara, desde 1969, entre otros, a Margueritte Durás, a Helmunt Kohl y a Bill Gates. La cuestión se hizo tan incómoda para el gobierno belga, que le montaron un cerco policial y el pobre no podía hacer nada. Medio salía de su casa y ya estaban los tombos de civil con radios en la mano, carro negro y lente oscuro y, se le pegaban atrás. Nadie contaba con que iba a ser imitado por otros que no estaban vigilados y ahora optan por ponerle un cerco policial al invitado también. No voy a decir que sean innumerables los imitadores o espotáneos, pero son unas ladillas chinas los tira torta.
Otro es casualmente francófono también, Alain Robert. Este señor se dedica a escalar edificios sin ningún tipo de protección ni cuerdas. Él se encarama en el edificio más alto sólo con lo que trae puesto, que es un trajecito de escalador y unos zapatos super arrechos de escalador. En la mayoría de las ciudades hacer eso es ilegal, por lo que generalmente sale encanao de sus incursiones en las alturas. También tiene sus seguidores que lo ayudan. Su modus operandi es que apenas llega Alain anuncia en un periódico importante que va a escalar algún edificio. Para ese instante en la ciudad todos saben a cuál edificio se refiere el laborioso Alain. Desde ese momento las autoridades policiales se ponen mosca con el hombre mosca y vigilan el edificio en cuestión, cosa que hacen de mala gana: todos, policías incluidos, quieren ver al tipo montándose en el edificio. Muchos esperan, en lo más recóndito de su alma, que se caiga así como otros deseamos que el toro joda al torero. Cuando decide dar el golpe, en determinado momento un montón de transeúntes se quitan su gabanes y saltan raudos al unísono al edificio. Los tombos no saben a quién agarrar ya que son varios y en la confusión nuestro héroe logra superar el límite de los gendarmes. Después, en la cima, lo arrestan. Una multitud se concentra para pedirle autógrafos, que muchas veces da esposado y un par de horas después un anónimo paga la fianza y se va deportado a su Francia natal.
El tercero es mi coterráneo del Zulia Juan Salas. Mucha gente que considero informada y que vive en Er Sulia, no sabe quién es. Con Juancito y con Carlanga se aplica aquello de que nadie es profeta en su tierra. A Carlanga lo conoce más gente pero a Juan lo han visto más. Juan Salas es un genio en lo que hace y al nombrar sus hazañas la gente lo reconoce. Juan Salas tiene un gentilicio bastante raro, po decir lo menos: citogense. Así se llaman los habitantes y nativos de Ciudad Ojeda, como es el caso de Juan Salas. Hablaré de sus golpes más conocidos.
Él fue el que se le montó en el piano a Franco de Vita y gritó “amo a Venezuela, qué viva Chávez” o algo así. En esa oportunidad también le dio un beso al intérprete. Otra vez le violó los anillos de seguridad a Chávez en un mitin que dio aquí en Maracaibo. En esa oportunidad se subió dos veces en el mismo acto en la tarima de Chávez. Otra vez casi le jala el pelo a Chávez y tuvieron que intervenir el entonces chavista Baduel y el sempiterno Diosdado. A Chayanne también se le montó en el escenario en Barquisimeto. Un amigo de él se montó en el escenario del mis Venezuela, le quitó la corona a un mis, se la puso y apenas saludó a su público cuando un verguero de gorilas y escoltas, menos entrenados y más brutales que los que custodiaban al belga tira tortas, y perdonen la analogía, le cayeron encima a coñazos. Este año se metió en la misa en honor a La Divina Pastora en Barquisimeto. Los curas lo neutralizaron, al parecer con exorcismos, pero cuando se dieron cuenta, ya fuera del altar, que no tenía ropa debajo de la sotana sospecharon que sus intenciones eran hacer un estriptís y le dieron otra coñiza por hereje. Su último golpe fue compartir escenario con el camarada Alejandro Sanz en al concierto paraco organizado por Juanes en la frontera.
Como dije, es un genio. Ha roto cualquier anillo de seguridad de Venezuela, se ha codeado en el escenario con estrellas de fama internacional, en fin, ha demostrado lo que es capaz de hacer. En Venezuela desdeñamos de lo nuestro, como bien lo alegoriza aquel cuento de Pocaterra “Manzanita”. En otros países a esos genios los absorben el Estado o las empresas privadas importantes. Aquí hay jaquers presos cuando en otras partes los contrata la IBM o el mismo Bil Gueits, como en efecto lo hizo con un chamo que le clonó la tarjeta de crédito. Una vez un chamo clonó un pasaje del metro de Caracas, y si no es por los franceses, que eran dueños del metro en ese entonces, todavía estuviera preso. Los franceses se lo llevaron para Francia, lo pusieron a estudiar y le dieron trabajo. Juan Salas debería estar dando talleres en el Mossad o en el G2. Por qué no trabaja en Casa Militar, debería tenerlo trabajando para ellos de asesor con sueldazo y chapa. Qué va, el pobre está aburriéndose en Ciudad Ojeda mientras su talento se desperdicia. En su caso se ve lo poco que se toma en cuenta lo endógeno por parte de los venezolanos mesmos.
Reveló en algún impreso de Maracaibo el sueño de su vida, que en realidad son dos sueños. Ir a la entrega del Óscar y "llevarse uno para Ciudad Ojeda"; el otro es correr desnudo frente a la casa blanca en Washington con el tricolor octoestelar en una mano y una rama de lautrel, como símbolo de paz, en la otra. Ambas proposiciones me parecen geniales y deberían contar con el apoyo de Farruco VI. No sería "Corazón adentro" sino "Corazón en el imperio". El Óscar premia la industria cultural que nos jode por medio del entretenimiento y nos tiene sin saber quiénes somos. Pues venguémonos mamándoles gallo en su propia casa. La otra proposición sería un duro golpe en lo político y en lo mediático al imperialismo y a la industria cultural yanqui, también en su propia casa, blanca esta vez. Creo que Nicolás Maduro debería ver cómo hace pa meterlo en la OEA, porque ese muchacho con pasaporte diplomático y suelto en California debe ser bien peligroso.