lunes, 4 de junio de 2007

El Briyante



Uno de los primeros recuerdos que tengo tiene que ver con el parque Urdaneta. Cerca de él vivían mis abuelos paternos y mi padre, cuando estábamos de visita, me llevaba de la mano por él, antes incluso de que lo inauguraran. Me llamaba la atención que uno no se pudiera meter en las piscinitas de las que salían, potentes, fuentes disparando chorros de agua de colores. El parque, se entiende, siempre me pareció arrecho. Todavía tiene un anfiteatro, parques pa los chamos, banquitas pa hacer cebo… lo que todo parque que se respete debe tener. Había una estatua ecuestre de El Brillante, que fue mudada a todo galope pal otro lao del puente. Pero es que no respetaron ni el Monumento al Carro Chocao. Ahorita hay una estatua pedestre que de lejos parece una ampolleta parada sin aguja. En él había un cañón Schneider robado de Isla de Toas, que fue robado también de allí. Alrededor de 2.000 años de perdón y 3.000 de olvido
El otro día iba yo por las inmediaciones de dicho parque, cuando escuché inevitablemente un estruendo que provenían, como clamando venganza, de la piscina donde hay un puentecito y un ejemplar de manglar, que me parece es una especie protegida. Me acerqué raudo (es la única forma en que me acerco) y vi con estos ojos que se han de comer los gusanos dos camiones volteo, de los trimollejúos, ful de escombros. Gracias a los HDP esos y a HP pude tomar estas foticos. Del otro lado del parque, por la avenida Padilla, había una patrulla de la PM. Como siempre en ese sitio, la patrulla estaba prendida, con el aire a todo dar, el patrullero adentro haciendo una sopa de letras y debajo de una mata.








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