miércoles, 31 de octubre de 2007

Entre Bares y Choques

El domingo, como todo maracucho que se las da de culturoso, después de oír misa en la catedral, mi peregrino paso me llevó a parar al Lía Bermúdez a la exposición de Alejandro Vásquez. Como siempre, el Maestro dictó doctrina con la misma genialidad que presentó interrogantes. La mayor pregunta, casi un enigma, fue expresado con el siguiente planteamiento: “¿cómo se llama la verguita que tiene la ñ encima?”. Echada al ruedo una pregunta de ese calibre con esa carga semiológica y, viniendo la misma de un artista de envergadura tal, todos los presentes con celular empezaron a llamar a amigos para ver quién sabía. Nadie quería ser interrogado por el Trashumante Poeta de la Luz y tener que reconocer que ignoraba la respuesta. Quedaron como ignorantes desde El Nené hasta Blas. El más cumbre de todos fue Javier León, que dijo que “no se acordaba”, cosa que, por supuesto, no fue creída. Nadie supo dar la respuesta ese domingo lúgubre, haciendo la salvedad de que no le preguntamos a Berta Vega, a Alexis Ramón ni a mi compadre Miguel.
De ese templo de la cultura nos dirigimos, invitados por el Maestro, a Capirugente, sórdido establecimiento ubicado a mediana distancia del Lía. En ese antro degustaríamos un suculento caldo de gallina, que a la final no tuvo sino papas y zanahorias. Allí nos encontramos con las jóvenes glorias del cine regional Yanilú, Ionesco y La Beba. Luego se sumó esa joven esperanza de la canción: Israel. Yanilú, como siempre, fue la que profundizó más en la discusión del séptimo arte. Se preguntó, claro, se trataba de una pregunta que no le llegaba ni por las patas a la del palito de la ñ, por qué no pasan “El Séptimo Sello” de Bergman en vez del programa de Vanesa Deivis. Nadie supo qué decir, así que continuó en un encendido discurso “Ya es hora de romper paradigmas, ya es hora de que el pueblo venezolano despierte y se dé cuenta de que hay algo más aburrido que el programa de Vanesa”. También hablamos de Visconti, de Wenders y hasta de Patricia Ortega, pero la profundidad y densidad del tema, sobre todo del último director, me impiden referirme a lo conversado sin quedar como aburrido. Comida la sopa y tomadas las frías, el Maestro se retiró con su familia. En estos tiempos se dice “hermano indígena que ha disfrutado de las políticas alimentarias del gobierno revolucionario, hermano indígena ido”, así que como buenos revolucionarios nos pintamos de colores.
Yanilú tiene carro y estaba sobria por lo que nos daría la cola a Israel, a la Beba y a este humilde servidor. De Capirugente a mi casa la mejor vía es por Padilla, de ahí Delicias y derechito a mi casa. Yaniluz no sabe dónde vivo (es un secreto muy bien guardado) así que se metió por Bella Vista. Bajamos por la 82, pasamos frente a la logia masónica y en la esquina con la 9B un carro que venía como a 100 se tragó el pare.
No me van a negar que en este caso el dejar pal otro párrafo el cuento me quedó genial. Es por la junta del domingo, desde Cecilia hasta mi hermanita Dulce. Puro genio en ese domingo sangriento. Solamente faltaban Shazzán y Mi Bella Genio en Capirugente ese domingo que no me canso de llamar mortal. Bueno, el otro carro nos llegó medio a medio y nos dio un coñazo pero lo que se llama durísimo. Durisísimo diría yo. Qué susto Dios mío. Los cuatro quedamos muy coñaciaos. Debo, en honor a la verdad, decir algo que dejé para ahora, cosa de que si alguien se ladilló en el camino por lo malo del artículo no se entere, y es que estábamos con algunas cervezas entre pecho y espalda, a excepción de Yaniluz. Me parece que las únicas personas que no bebieron en Capirugente fueron Ivett y Yanilú. Bueno, lo cierto es que ya estábamos medio aturdidos por el alcohol y ese coñazo nos dejó tridesorientados. Cuando más o menos se me pasó el susto y me ubiqué geográficamente me di cuenta de que el pare nos lo habíamos tragado nosotros. Hay, sin embargo, un pequeñito detalle: no había señal de pare. Ni pintada en el suelo ni aérea que llaman. Marditos todos. El marico de dimartino gasta todos los cobres del mundo en publicidad pal mamarracho del Guaky, dota a la policía municipal de patrullas Peugeot (una verga más sifrina no existe) y hace lo que le da la gana con la plaza de la república. Pero pa pintar un pare, una simple señal de pare, pa eso no hay cobres. El sitio exacto está a dos cuadras de Bella Vista y a tres de Falcón, nada de periferia ni cordones de miseria. Por culpa del coño de su madre de dimartino casi nos mata otro carro, totalmente sin culpa. Dos jóvenes promesas del cine regional y un incipiente ídolo de la canción casi pierden la vida por una negligencia más del tapao y grillúo dimartino. De los cuatro que veníamos, dos tenemos descendencia y no me hubiese gustado verlos huérfanos. Mucho menos por una payasada más del alcaldecito.




Gracias a Dios no nos pasó nada. El vergajazo más duro me lo llevé yo. Mi hermano mayor me rescató del sitio y me llevó pal centro médico de oxidente donde no me quisieron atender, así que nos arrancamos pa la clínica paraíso donde sí me recibieron y diagnosticaron. Por supuesto, me pusieron un analgésico y me mandaron pa mi casa a que pasara la pea.



Reflexionando un poco sobre lo cerca que tuvimos la muerte, pensé que morir después de haber visto la exposición del maestro Vásquez, en otras circunstancias of course, hubiese hecho la cosa más llevadera. Pero morir con la incógnita planteada por Alejandro sin resolver, ya era demasiado, así que el lunes, enratonao y coñaciao investigué sobre el verguito que lleva encima la ñ. Se llama virgulilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace tantos años que no veía una foto tuya.
¿Cuándo váis a envejecer?

Saludos!!!