No vamos a negar que durante este gobierno muchos de los excluidos hemos abierto puertas y llegado a sitios que si no es por Chávez, cuándo. Barrio Adentro, misiones educativas, universidades, radios y televisoras comunitarias, Mercal. La lista es larga y se conoce. Hay sin embargo un grupo de excluidos que son más excluidos que el resto porque no les llegan sino migajas a veces: silenciosos, pacientes, tercos; como si desde hace poco más de medio milenio hubieran estado esperando por este momento reivindicatorio. Ahí están, sobreviven a intentos intensos y continuos de genocidio desde que llegaron los watía. A veces me parece que, a pesar de lo que dice Chávez, hay un grupo de funcionarios del Estado que quieren hacer esperar a los hermanos indígenas la otra mitad del milenio con la secreta esperanza de que por fin los exterminen.
Chávez se pone de parte del jurídicamente débil, del oprimido. De parte de quién se puso cuando Alan García masacró indígenas en la selva amazónica; y cuando lo de Pando, de parte de quién estuvo. Entre los zapatistas y mapuches uno de los muchos puntos de encuentro debería ser, precisamente Chávez (digo “debería ser” porque sospecho que Sabino ya es un punto de encuentro para más gente, que el cercado y desinformado Chávez con la crisis de los yukpas). No encuentro otra explicación para este silencio presidencial tan incómodo para mí: los ganaderos watías han logrado que a Chávez no le llegue ni un papel, ni una palabra sobre los yukpas, sobre unos presos que se hacen cada día más peligrosos, sobre el cacique Sabino Romero despojado de todos sus derechos en un fuerte militar llamado Macoa, sobre Alexánder Fernández Fernández, miembro del pueblo Wayúu, en fin, sobre Olegario Romero, cacique de la comunidad de Guamo Pamocha.
Ser cacique debe ser de más categoría entre los chavistas que ser diputado o ministro. Sabino y Olegario lo son y los han tratado peor que a un preso común por delitos montruosos. Los funcionarios racistas que lo acusan van más allá y ya los tienen condenados en una versión muy vernácula de Guantánamo: no los dejan recibir visitas, los torturan psicológicamente con técnicas que rechazaría el ejército israelí por inhumanas, les dan agua sucia, no los dejan cambiarse de ropa (o sea, se la pueden quitar y volver a poner, parece que en fuerte Macoa eso es suficiente porque, quién los manda a no ir en guayuco), están a merced de los zancudos patas blancas (el dengue puede ser utilizado como guerra bacteriológica a la usanza gringa contra Cuba; los marditos de fuerte Macoa como que se hicieron su cursito en la Escuela de las Américas hechos los güilis). Sabino fue el primero que llegó al fuerte y sabe cómo es eso de la alianza pueblo-ejército: venía del hospital y antes de que llegara Nicanor Cifuentes Gómez (no su hijo epónimo) estuvo vestido con la batica que le dieron en el hospital, a lo que el Nica lo vio así, se quitó sus pantalones y se los dio a Sabino, mi maestro de teatro se devolvió en interiores,¡gran verga pa un actor!
Mención aparte merece el menú que reciben los indiciados (indiociados les deberían decir) porque está preparado pa torturarlos ¿grastronómicamente? lo que demuestra que la creatividad de nuestro ejército forjador de libertades no tiene parangón: la dieta (rancho lo llaman, y con toda la razón en este caso, los milicos) está compuesta principalmente por pollo. Hace poco a Evo le criticaron que hubiera dicho que el comer pollo transgénico provoca “desviaciones en los hombres”, y bueno, ésa es una creencia que tienen los hermanos indígenas, un conocimiento que forma parte de su cultura, un mito, una güevonada... lo que ustedes quieran, pero lo importante es que los huéspedes de fuerte Macoa sospechan que los quieren mariquear. Pobres indios: unos les damos apoyo, otros les dan pollo e históricamente les han dado bollo.
Chávez y Sabino luchan, en distinta escala y contra distintos invasores por la soberanía y la autodeterminación de sus pueblos, por el bien común de su gente, y no me van a negar que Sabino es una suerte de Chávez entre los suyos. Una vez durante un procedimiento en tierras de los yukpas, ocurrió el siguiente diálogo entre yukpas y watías. “Mi mayor aquí presente, pregunta por un representante (enseguida me acordé de las sociedades de padres y representantes) o un cacique que los represente”, una de las mujeres ahí presentes le contestó que aquí todos somos caciques. Exactamente lo que dice uno muy civilizadamente en las ciudades, Chávez somos todos. Sabino somos todos, deberíamos decir, pero la cruel y despiadada realidad es que Sabino somos algunos. Cada vez más, pero algunos.
Cada uno en su tarima es antiimperialista radical. Recuerdo con alegría la vez que Chávez declaró “Vayanse pal carajo, gringos de mierda” y acto seguido mandó a botar al embajador de mierda. Yo, ese día, me iba a morir de la risa y estuve feliz como una semana y cada vez que me acuerdo del episodio me río hasta las lágrimas. Sabino, en su territorio y tarima dijo una vaina que no sólo me dio risa y me tiene feliz todavía (lo oí hace rato, no se crean) “yo llegué a Guasare, yo vi Guasare, no estoy de acuerdo con la explotación del carbón, los gringos quieren explotar el carbón de nuestro territorio. Los gringos que se vayan, si los gringos vienen aquí, les vamos a quemar los carros, les vamos a quemar las maquinarias ¿por qué? Porque los gringos solamente están interesados en nuestro carbón, nuestros fosfatos y nuestras minas calizas. Yo no estoy de acuerdo”. ¿Cómo se dirá gringos de la mierda en yukpa?
Para sus adversarios Chávez es el ser más incómodo en los medios que se puedan imaginar. Eso sí, todo el escualidaje medio intelectualoso o profesional ve Aló Presidente. El hombre tira líneas, a veces regaña a alguien y hace anuncios sorpresa. Por la tele Chávez dijo (Sabino siempre tiene a mano una copia del video) que los ganaderos arriaran su ganado y le dejaran su tierra a los yukpas. También dijo que puesto a escoger entre ganaderos y yukpas, él se ponía de parte de los yukpas. Sabino no entiende por qué razón Chávez, cacique soberano en su tierra, diga eso y sus funcionarios hagan exactamente lo contrario. Qué cacique es ése que permite que sus emisarios pongan en duda su palabra. Sabino cada vez que se reúne con la gente del gobierno les muestra el video, pero en la comisión presidencial de demarcación de territorios indígenas está colado hasta el secretario regional de Bandera Roja y esa gente cuando ve a Chávez, así sea en la tele, se pone escualidísima. Cuando lo ven en vivo, es decir cuando él también los ve, dicen patria, socialismo o muerte, venceremos. Y con la muerte vencen, no vencían, coño, vencen en el gobierno de Chávez.
Chávez estuvo preso dos veces, una vez por sus enemigos y otra por preñaos de buenas intenciones. En ambas oportunidades sus derechos más elementales fueron respetados. Su caso fue ventilado por los medios de comunicación de alguna u otra forma: es un preso peligroso, por eso es que el magnicidio le parece tan atractivo a sus enemigos. Cuando los preñaos estuvo en contacto con sus jueces naturales y hasta lo grabaron. Sabino está preso en este momento, tiene tres plomazos en el cuerpo y se encuentra aislado. Tiene la ropa que le dieron en el hospital y se alimenta con la comida de los watía, cuya culinaria en versión militar no es la más representativa. El cacique ha sido despojado de todo sus derechos, y a su gente la atropellan.
Para la gente de Sabino atropello no es sólo el empujón gratuito, ni un encierro en calabozo militar por 72 horas, ni un peinillazo inmerecido, es además, con el carro. Muchos luchadores yukpas han muerto atropellados, en accidentes de tránsito y no en sicariato automovilístico. Sabino habló de cuatro casos de este novísimo tipo de sicariato, “nosotros los yukpa no podemos convivir con los terratenientes porque nos siguen agrediendo, nos siguen matando, pero si nosotros los matamos a ellos el ejército sí se mueve, pero si ellos matan a un yukpa el ejército se queda callado, porque le pagan al ejército, a la guardia nacional, a la ptj. No podemos convivir con los terceros”. De ahí al separatismo del que a veces acusan a los yukpas hay un largo y tortuoso trecho. Los separatistas son otros, los que no quieren aplicar las leyes venezolanas en ese territorio, los que se empeñan en violar derechos consagrados en Venezuela como si de otro territorio se tratase.
Sabino está en su lucha desde 1978. No tengo idea de la edad que pueda tener pero el año coincide con el autor del mismo proyecto que él vio, uno realizado en tiempos de Carlos Andrés Pérez y que se referían a un parque nacional no a una demarcación. Por si fuera poco se trata de terrenos montañosos con pendientes muy pronunciadas en los que cualquier actividad agrícola se ve impedida. Los yukpas viven arrinconados en la sierra simple y llanamente porque los arrinconaron a plomo limpio 50 años atrás. Los actuales terratenientes son hijos o nietos de esos adelantados y pretenden que les paguen por las “bienhechurías”. Malhechores hereditarios.
Hay un libro de Cabrera Infante en el que se pregunta qué es más peligroso, un indio amarrado o un indio suelto, la respuesta es un indio amarrado, porque se puede soltar. Será por eso que están tan cagados los amarradores de este caso. La censura que ha acompañado este caso es inaudita, a los medios de comunicación oficialistas se han sumado los medios escuálidos en un silencio que no puede ser catalogado de otra manera que de racista. Si a eso le sumamos las informaciones falsas, como ésa que dice que están en fuerte Macoa para “protegerlos”, o que Sabino es abigeo y violador vemos que la condena ya se sabe: culpables. Tampoco hay que ser un especialista en derecho para saber que esos crímenes son un excusa pa amarrar a los indios, pa ponerlos más peligrosos, los verdaderos crímenes son meterse con los terratenientes y con las mineras, con el agravante de invocar entre escuálidos a Chávez para sus bajos fines. El día que se suelten yo quiero estar ahí, pa verlos de lejos y cagarme de la risa.
El día de la tierra salí a cubrir una marcha en ocasión de tan magno evento. Por supuesto que pregunté por Sabino y ¡sorpresa! nadie se acordaba de él. Les recomendé que visitaran Vitalia, qué más podía hacer. Los Nicas son una cuerda e marditos que no se tienen que apellidar Cifuentes y yo soy uno de ellos. Mis maestros Nicanores no nos negarán un puesto en el pesebre a mis dos hijos y a mí. El mío es pa Doris, porque Rosanna aparte de la talla xxxlll extra no ha dado otra señal de vida.